Llegué a Bibliocafé a la carrera con la intención de reservar sitio para alguna amiga que sabía que llegaría más tarde, pero cual fue mi sorpresa al ver que no quedaba un hueco. El local estaba abarrotado, la gente de pie, Alfonso sacando sillas de dios sabe dónde, y un murmullo de agradable expectación llenándolo todo. El golpe de calor, en el sentido afectuoso del término, fue inmediato. Ambiente acogedor, caras amigas, saludos… Imaginaba que habría gente, la obra sin duda lo merece y Fuensanta Niñirola, su autora, es persona...

Como hacía mucho que no me metía en berenjenales no literarios, me he dicho: este es un buen tema. Y es que llevo días haciéndome cruces de lo ignorante que es la gente (lo siento por aquellos que se den por aludidos) y la bilis que algunos (siempre en genérico, entiéndase en todas sus variantes «alguno/a/os/as») almacenan a consecuencia, muy probablemente, de la envidia y de un puntito (o un muchito) de mezquindad. Don Amancio Ortega, al que no tengo el gusto de conocer pero con quien reconozco que me encantaría...

La prisa hace tiempo que se apoderó de nuestra civilización. Los coches se hicieron más rápidos, aparecieron los fast food, el ritmo cinematográfico se aceleró, si hacemos cola nos ponemos nerviosos y no esperamos ni a que estrenen las películas para verlas. Y la literatura no iba a quedarse al margen de tanta velocidad. Las prisas, el ritmo frenético y también los nuevos hábitos de ocio más intelectualmente pasivos condicionan lo que llega a publicarse hoy en día, y no me refiero solo a que a la propia novela se le exija...

Hoy que se entrega el Premio Planeta, fecha que marcó esta novela, es un buen momento para contar su historia, cómo nació y cómo de su mano emprendí un camino que para mí no tiene marcha atrás; cosas que nunca he contado por escrito, por pudor, por vergüenza ajena, por qué sé yo.Los que han venido a alguna presentación o conferencia mía saben que empecé a escribir tarde. Siempre había sido una gran lectora, pero durante años la vida no me dejó apenas respirar ni plantearme qué me gustaría hacer....

Somos primitivos. Y morbosos. Debe ser de las pocas cosas que tengo claras respecto a la mayoría de la población hispana, y puede que hasta de la del infinito y más allá. La deriva que han tomado los programas de televisión, que hace tiempo que dejaron el rosa pasteloso a lo Igartiburu para dominar todas las gamas del amarillo y el marrón (busquen el símil), así lo indica, ya que la gran excusa ―como bien señalaba un artículo muy interesante que pesqué en Twitter de la página Jot Down, llamado...

SinopsisEn los días finales del dominio templario, el rey Jaime II de Aragón maniobra en la compleja red de influencias políticas de una Europa convulsa y sacudida por las guerras. La rivalidad con Francia y la casa de Anjou, la presencia de Castilla y las repúblicas italianas, los designios de la Santa Sede, la destrucción de la orden del Temple, el dominio de las islas mediterráneas. Al mismo tiempo, un joven soñador se bate con el mundo y consigo mismo mientras navega entre el afán de venganza y la búsqueda...

Esta semana hizo un año desde que subí a KDP (la plataforma de publicación independiente de Amazon) mi novela «El final del ave Fénix» y también hace casi el mismo tiempo que aterricé en Twitter e inicié este blog, porque las tres cosas fueron prácticamente de la mano. Desde entonces han pasado muchas cosas, he cometido errores, he aprendido mucho también, y he tenido grandes alegrías.Que el balance es positivo no cabe duda, y lo resumiré en los hitos más importantes:Tras varios cambios de precio y de portada, llegué al...

En esta última semana de agosto he leído mucho sobre reseñas y opiniones, uno de los temas más manidos en blogs literarios y en el que yo misma hice una breve incursión con «Lectores destroyer». Pero lo que me ha llamado la atención es la constatación de algo que me negaba a creer. Que los críticos profesionales cobren es algo lógico, y por tales me refiero a los que trabajan en medios de comunicación (prensa, radio, televisión) para hacer precisamente eso, reseñar libros. Que estos tienen sus compromisos con las editoriales...

Comentar novelas de autores consagrados siempre me da repelús. No me considero una experta, y tanto si me gustan como si no, me parece atrevido entrar a valorar lo que los expertos ya han sentenciado. Y si encima el autor es un Premio Nobel, todavía más. Pero he leído dos libros de un mismo escritor que me han llamado mucho la atención y aquí estoy. Se trata de dos novelas de Mario Vargas Llosa que pueden encuadrarse en el género erótico, ahora que está tan de moda. Por cierto, ya será...

A veces tengo la sensación de que los que escribimos y los lectores vivimos en mundos diferentes. Y me refiero a los lectores puros, los que no escriben ni reseñan (que en cierta forma es una aproximación a la escritura), porque lectores creo que lo somos todos. Los escritores nos podemos pasar horas debatiendo si somos buenos o malos escritores, como si fuera algo que uno pudiera dilucidar de forma objetiva de su propia obra, o incluso si somos escritores o no lo somos, mientras que los lectores por lo general...