Amigas, buenas amigas
Hace unos días tuve una reunión con amigas de toda la vida, de esas que siempre están ahí, y cuando llegué a casa solo pude sentarme al ordenador a escribir. Todos dormían, era muy tarde, pero no pude evitar sentarme a escribir. ¿Por qué? Porque cuando estoy tan inundada de sentimientos no puedo dormir sin vaciarme, mi mente bulle, mi corazón explota y necesito dejar salir esa fuerza por mis dedos. Vosotras sabéis quienes sois, así que no lo diré para preservar ese necesario anonimato, pero esto necesitaba escribirlo para conciliar el sueño.