Adiós George, bienvenido 2017
Acaba una época, la mía. Es un tópico, pero se acaba. Me miro al espejo y sigo viendo a la jovencita que de madrugada saltaba por encima de los sofás bailando al ritmo de George Michael y su Faith, cansada de preparar un examen de econometría que, tenía claro, quedaría para septiembre. Pero, aunque mi percepción me engañe, benevolente, la realidad es otra. George Michael ya no está, se ha fugado al mundo de los invisibles y, aunque a veces sigo bailando por casa como si no me viera nadie a ritmo de canciones que no caducarán nunca, ya no puedo dejarme las obligaciones para septiembre y la familia me mira con condescendencia. Soy la «señora» a la que piden la hora, la escritora de la que no puede decirse que sea una «joven promesa», la que en este 2016 ha perdido a muchos de sus iconos de juventud.
Me he hecho mayor, a pesar mío.