Miguel Ángel Blanco. In memoriam

Hoy ha sido un día largo en el que el peso de los recuerdos ha estado muy presente. Hace 20 años que asesinaron a Miguel Ángel Blanco, veinte años desde que muchas almas dormidas resucitaron y llamaron a las cosas por su nombre.

Lo he pasado entre tareas domésticas, trabajo de internet y la redacción de un artículo que pensé en escribir hace unos meses, sentada en el patio de butacas de la Sala Ruzafa. Había comenzado a leer Patria, la hipercomentada obra de Aramburu, y vi un paralelismo claro entre las dos tramas a pesar de no tener nada que ver. Recién terminada la lectura y con las vibraciones frescas todavía reseña aquí, me he puesto a escribir el artículo para Zenda y ha coincidido con este aniversario que inunda las noticias y remueve sentimientos. Más de lo que una cree.

Parece que el tiempo aletarga la capacidad de conmoverse por mucho que en su día algo te impresionara, pero he descubierto que no. Y me alegro.

Mi familia, como tantas otras millones en toda España, salió en pleno a la calle para pedir la libertad de Miguel Ángel Blanco y frenar la sentencia de muerte del joven concejal. Mis hijas eran pequeñas, no entendían qué pasaba ni qué hacían allí, pero pasados los años todavía lo recuerdan. Hoy, durante la comida, la menor me ha pedido que le contara exactamente lo que pasó y, lo he hecho. He empezado con entereza y distancia, como si estuviera dando las noticias de las tres, pero conforme avanzaba en el relato se me ha puesto un nudo en la garganta y he tenido que abreviar al borde de las lágrimas. No sé si ella se ha dado cuenta. Al principio he sentido pudor, pero luego he reflexionado y me he sentido agradecida a ese arranque de emoción rebelde. La indignación de entonces sigue viva y eso no es malo. Ojalá nunca pierda la capacidad de sentir dolor, rabia o tristeza por hechos que solo pueden provocar dolor, rabia y tristeza, por muchos años que pasen. Ojalá nunca me anestesie.

No es malo recordar, como algunos parecen pensar. De la historia siempre se aprende y esta que costó tantas vidas no debemos olvidarla. Por ellos, y por nosotros.

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