«Cuervo Negro», de Anabel Botella y «La última hoguera», de Enrique Tomás

TITULO: Cuervo Negro
AUTORA: Anabel Botella
EDITORIAL:
Ediciones Babylon
PAG.:284

SINOPSIS: El secuestrador de la vela tiene en vilo a la ciudad de Valencia. Gabriel, tras la desaparición de la mejor amiga de su hermana, comienza a sospechar quién se encuentra detrás de estos crímenes, puesto que su familia guarda oscuros secretos y nada podrá impedir que acudan al reclamo de la sangre. Con Cuervo Negro, la prestigiosa autora Anabel Botella se adentra en el thriller a través de una historia que remueve conciencias y muestra el lado más sombrío de las relaciones humanas.

Mi opinión:
La historia comienza con tal fuerza que parece que sea difícil que se mantenga en alto, pero ese puñetazo inicial no es más que una pista de lo que se avecina. Los secuestros de varias jóvenes por un psicópata van a tener en vilo a la ciudad de Valencia y a la policía. Tenemos muchos elementos para mantener el interés: el extraño dúo que forman Gabriel Cuervo y Olga, la policía encargada del caso; la propia familia Cuervo del Valle, que no es una familia normal y tras una apariencia de rectitud extrema esconde todo tipo de secretos; la narración a dos voces, la de Gabriel, el protagonista, y la de su madre, dos personajes que tienen distintos niveles de información y que, como miembros de esa siniestra familia, serán juez y parte en lo que acontece.
Conforme se avanza en la lectura se hace más difícil soltar el libro. Si he de poner un pero es que alguna característica de algún personaje me ha parecido exagerada (no digo cuál por no destripar la historia) y por eso no llega al cinco, pero la lectura es fascinante y amena.

 

TITULO: La última hoguera
AUTORA: Enrique Tomás
EDITORIAL: Ediciones B
PAG.: 624

SINOPSIS: Cuando fue capturado por la Junta de la Fe ejercía de maestro de escuela en un arrabal de Valencia. Nacido en Solsona en 1778, pasó por Barcelona, participó en la guerra de la Independencia, fue hecho prisionero por las tropas napoleónicas, y permaneció en Francia hasta el fin de la guerra donde, en el exilio, bebió de la copa de la libertad, conoció a masones, leyó a Rousseau y a Diderot. Regresó a España, como tantos prisioneros españoles, con la voluntad de defender los valores de libertad, igualdad y fraternidad, pero Fernando VII no estaba dispuesto a que la Constitución de Cádiz limitase su poder absoluto.
Ripoll se asentó en Valencia. El trienio liberal (1820-1823) fue una época de ebullición ideológica, política y literaria, en que surgió la prensa moderna amparada por la libertad de imprenta, y florecieron las tertulias y los cafés, en los que se trataba de lo divino y de lo humano. Discípulo y amigo del librero liberal Mariano Cabrerizo, se empeñó en levantar una escuela en la huerta de Valencia, porque para él la educación de los niños era la mejor forma de revolución.

Mi opinión:
En realidad sería un 3,5. Es una muy buena novela histórica para los amantes de este género. La historia es tremenda, cuesta creer que avanzado el 1800 resurgiera una institución como la Inquisición tan dura o peor que en su época de esplendor. Pero así fue, y así lo cuenta Enrique Tomás. Asistiremos a la degradación moral y física de Fernando VII, a las luchas entre liberales y absolutistas, al poder del miedo, de la ignorancia, de la codicia… y sus efectos sobre la gente sencilla. Un fresco de la historia de España que produce vergüenza y horror.
La historia se cuenta a dos tiempos, el presente contado por un narrador omnisciente, y el pasado visto por el maestro hecho preso que irá escribiendo sus memorias y, con ellas, la memoria de esa España convulsa. La información, datos, nombres y referencias históricas es abrumadora y exacta. Muy recomendable para los ávidos de información histórica y curiosidades.


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