Quince años

Querida mamá:

Ya han pasado quince años. Cuesta creer que llevo tanto tiempo sin tocarte, sin darte un beso, sin discutir contigo, sin abrazarte. Tal vez el contacto físico es lo que más echo en falta: tu mano en la mía, mi cabeza en tu pecho mientras descansabas de algún tratamiento, esos abrazos apretados, silenciosos, cargados de palabras, de te quieros, de disculpas… Hoy hace quince años que habitas mis pensamientos a cada instante sin un roce, y como cada año me he acercado a llevarte flores. Ya sé que no estás allí, que estás en mi corazón, en ese Our house que todos llevamos dentro y describí en Yo, que tanto te quiero, pero ese pequeño gesto me alivia un poco la necesidad física de tenerte, de compartir algo real, tangible. Como si fuéramos a merendar juntas.
Han paso muchas cosas en estos quince años. Como dicen en Blade Runner, «he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.» Y así es, hora de morir, aunque no el cuerpo
―espero― sino aquellas vivencias y afectos que han quedado sepultados por los rayos C de la traición, del abuso, de las malas artes. Todos aquellos momentos se han perdido como lágrimas en la lluvia, pero tú ya lo sabías, lo intuías, porque siempre fuiste un oráculo. Tanta sabiduría albergabas que resultaba increíble y, a veces, te hacía odiosa. Debe de ser duro tener siempre razón, no equivocarte nunca, al menos en algunos aspectos de la vida.

 


Si levantaras la cabeza es posible que volvieras a dejarte caer, a pesar de que nunca te rendías. Hay vilezas de seres cercanos que ni siquiera tú llegaste a intuir. La realidad ha superado cualquier imaginación posible. Por ser positiva, lo bueno de tantas vivencias increíbles es que da para muchos personajes de novela. La gente buena da menos de sí literariamente.
Tampoco te gustaría ver el panorama general. A ti, que eras un poco Unamoniana, te dolería España, como a él. No te cuento como están las cosas, que a groso modo seguro que lo sabes, siempre estuviste al tanto y hasta mantuviste un blog durante mucho tiempo cuando la mitad ni sabían qué era eso. También hay pequeñas tonterías que puede que no sepas y que a lo mejor te producían risa, pero a mí me revuelven las tripas. Siempre me sentí orgullosa de vosotros, como personas y como empresarios: trabajadores, justos, competentes, capaces, generosos, atrevidos, arriesgados, humanos… Pues no, ahora estáis en el saco de la última moda: empresario=explotador y, además, que lo sepas, todos le debéis vuestros logros a Franco. No a las horas de trabajo, ni a los créditos solicitados, ni a los viajes por el mundo para buscar mercados, ni a dimensionar correctamente la plantilla y dotarla de medios para realizar las tareas ni a la falta de horas de sueño… Es la última majadería
―palabra muy tuya― que le he leído a un periodista. Pero no solo a él. Las generalizaciones huecas van que vuelan. El todos los tal son cuál es el modus vivendi de una parte de España que ya no razona ni analiza.

Puede que ande un poco pesimista, pero es que la realidad es algo puñetera y además, me influye en el ánimo que ayer, también el cáncer, se llevó a una mujer maravillosa y no se me va de la cabeza. Demasiado joven, demasiado buena. Como nuestra Marisa. Pienso en su madre, Rosa, una luchadora nata con un corazón más grande que la falla del ayuntamiento, y en el niño que deja, y se me parte el alma.

Lo nuestro era ley de vida, aunque demasiado temprana; nunca es buen momento para dejarnos. Pero lo de Mar no toca nunca. Es difícil encontrar un por qué; en estas situaciones no hay respuesta por mucho que la necesitemos. Sucede y ya está. Hay que seguir. Se llama Mar y tiene unos ojos maravillosos. Si te encuentras con ella acógela y dale un abrazo. Leía a un amigo que gritaba con dolor que necesitamos más investigación y menos gastar dinero en tonterías; la de vidas que se ha llevado esta enfermedad y lo poco que llega para investigación. Al menos las noticias son esperanzadoras y algunas líneas de investigación apuntan hacia una posible solución. Será tarde para ti, para Marisa, Mar, y tantos otros, pero estoy segura de que llegará, aunque puede que yo no lo vea. Por mi parte hago lo que puedo. Dentro de dos semanas creo que podré celebrar ese granito de arena que llevo aportando desde hacer diez años. Y si no es en este, será el que viene. Es por ti, por lo que me enseñaste y pude vivir a tu lado. Espero que ese día sientas un puntito de orgullo. Me queda mucho por hacer y mejorar; paso a paso sigo tu estela.

Me despido ya, hasta dentro de unos segundos que volverás seguro a mi cabeza por cualquier otra cosa: por las noticias, por algún wasap de mis hijas que me gustaría compartir contigo, por un chiste…
Espero que te hayan gustado las flores.
Yo, que tanto te quiero.

 

No hay comentarios

Escribe un comentario