Publicar III ¡Quiero un agente!

Tenemos nuestra obra acabada, acabadísima, niquelada que dicen por ahí. Y sabemos que puede ser el próximo gran éxito de la temporada. Solo necesitamos estar en el momento justo en el lugar adecuado y, para eso, nada mejor que ponerse en contacto con los que mandan en el sector: agentes y editoriales.

Lo siento, pero este apartado va a sonar un tanto caustico aunque probablemente lo que explico de aquí en adelante ya lo sepas; agarrate los bajos y ármate de paciencia salvo que lo siguiente te sea aplicable: como este país es como es, la mejor vía de entrada es echar mano de algún amigo ―generoso― introducido en el mundillo literario, que te presente y hable por ti. Si tienes esa suerte no fue mi caso tampoco creas que está todo hecho ―muy gordo tendría que ser el celestino literario. Lo que si conseguirás es, con toda probabilidad, que tu manuscrito no acabe en una papelera. Si aterriza en la agencia de la mano de alguien de la confianza del destinatario, al menos se dignarán leerlo, algo mucho más difícil de conseguir de lo que a priori parece y, por tanto, un gran paso.

Si entre tus selectas amistades o vecinos no hay ningún Pérez Reverte o una Dueñas que te abra la puerta del olimpo literario, tendrás que enviar tu cartita de presentación a pelo a… Esa es la cuestión: a quién. Para seleccionar a qué agentes o editoriales escribir o si enviar nuestro retoño a uno u otro, es bueno saber qué papel juegan. En esta entrada me centraré en las agencias, cual es su función y cómo contactarlas.

La figura del agente en el mundo literario no es tan conocida como la de otros sectores deportes, artistas…pero su papel es muy parecido. ¿Qué ventajas tiene contar con un agente? En teoría, ya no tendrás que ocuparte de nada más en el farragoso proceso de buscar editorial. Será tu agente quien busque, seleccione, contacte, envíe, negocie… Defenderá tus intereses sin tregua porque también serán los suyos. Algunos, además, trabajan previamente la obra colaborando en la corrección, incluso en el editing, para presentarla a la editorial en perfectas condiciones de publicación y con las mayores garantías de éxito.

Si acabas de empezar en esto y no te has movido mucho por foros especializados o círculos literarios te preguntarás cómo saber quiénes son y cómo contactar con ellos. Yo cuando empecé a escribir no sabía ni que existían. Internet es una fuente inagotable de información y allí puedes encontrar la página de ADAL(Asociación de agentes Literarios), una web que reúne a un grupo de agencias entre las que se encuentran algunas de las más conocidas de España. También es bueno hablar con otros autores ya publicados o en la misma situación de búsqueda, para ampliar las referencias o reducirlas, que algún latón hay haciéndose pasar por oro. Además, hoy en día han surgido nuevas agentes de ámbito local, que aportan frescura, cercanía y ganas de trabajar a un panorama anquilosado y no son tan fáciles de encontrar en la red.



Muchas agencias han cerrado su cupo de autores por lo que es bueno mirar en sus páginas web (si la tienen) antes de enviar nada, para comprobar si están abiertos a nuevas propuestas y evitar pérdidas de tiempo. También son muchas las que contestan nada de nada, por lo que, pasado un tiempo prudencial sin haber recibido respuesta, tendrás que enviar una segunda misiva haciendo referencia a la posible «pérdida» de la anterior. Y, si tampoco hay respuesta, darlo por cerrado. No hay que obcecarse, en este sector el silencio administrativo
―y desesperante― es equiparable a una respuesta negativa.

Las agencias suelen pedir que mientras ellos valoran la obra no se la ofrezcas a nadie más. Esto puede aceptarse siempre que se comprometan a dar una contestación en un plazo razonable (unos 3 meses). Y cada vez son más las que ante la avalancha de solicitudes cobran por el servicio de lectura, aunque mi experiencia es que cuando lo enviado interesa, no cobran. A veces puede ser una forma económica de tener un informe de lectura que te ayude a conocer mejor los puntos fuertes y débiles de tu obra, así que no lo descartes. Pero, en ese caso, que sea una agencia conocida y seria porque han surgido algunas cuyo negocio es cobrar por leer a escritores ansiosos por publicar a los que nunca contratarán.

Tampoco te fíes de las agencias que cobren mensualidad. Cualquier agente que sea tal, cobrará un porcentaje de tus beneficios (entre el 10{19d92153dfb98e74191b8f903c3be878fdc326dc3ae1df978264d2f2feca73e2} y el 15{19d92153dfb98e74191b8f903c3be878fdc326dc3ae1df978264d2f2feca73e2}), por lo que cobrará solo si tú ganas.

Puede darse el caso de que, después de desesperar por una respuesta, de pronto te conteste más de una agencia y no sepas por dónde tirar. Si te diriges a una agente de las más conocidas, su eficacia va a depender de lo pronto que obtengan respuesta de alguna editorial. Estas agencias llevan escritores muy conocidos que son los que mantienen su negocio y con los que centran sus esfuerzos. A un novel le dedican muy poco tiempo, pero intenso. Tras un primer esfuerzo por colocarte, si no hay un resultado rápido la mayoría de las veces el autor y su obra quedan olvidados en un cajón. La ventaja de estos agentes de primera fila es que tienen muchos contactos y las editoriales confían en su criterio. Si consigues entrar en su «ganadería» automáticamente te inviste de prestigio y las perspectivas mejoran.

Si además te adorna alguna otra virtud ―salir en la tele, organizar eventos literarios, tener un blog de éxito… la cosa está casi hecha. Todo parecen ventajas. La desventaja es que eres la cola de un león con muchas cabezas y otras colas que llegaron antes que tú, y es fácil caer en el olvido y que termines moviéndote por tu cuenta como si no tuvieras agente. Muchos, después de haber firmado con alguno de ellos, se han arrepentido. Otros, pocos, han visto el cielo. Pero esto pasa en todas partes, o a ver cuántos Messi salen al año en el mundo, no digamos en España.

Un agente más modesto puede dedicarte más tiempo, la atención suele ser más personalizada y la comunicación más fluida, aunque no tengan tanta influencia. El autor siente cerca el trabajo que se hace y eso da confianza y tranquiliza, pero es un sector que funciona de forma extraña, al menos para mí que vengo del mundo empresarial: muchos no contestan los correos en semanas, nunca sabes si están haciendo algo o no, hasta que de pronto te llega una avalancha de información. Hay que tener paciencia, mucha, y confiar; no tienen los medios de las grandes agencias, a veces una persona lo hace casi todo y eso impide la agilidad en la respuesta que el impaciente autor novel necesita.

No te deprimas con los rechazos. Sigue intentándolo con el resto de la lista. Cada NO duele como un bofetón. La falta de argumentos convincentes para no leerte o para rechazarte después de leído generan confusión e inseguridad y puede cundir el pánico. Son respuestas educadas pero ambiguas, no quieren quedar mal con nadie. No hay que desfallecer, el camino es duro, sobre todo si no escribes novela de género y eres mujer, tenía que decirlo, pero si es lo que quieres hay que luchar como han hecho casi todos los escritores a los que tanto admiras. Si te atreves, intenta averiguar las causas reales. La mayoría de agentes con los que me he encontrado son muy amables y atentos, y si muestras humildad y ganas de mejorar pueden ayudarte con algún consejo o, con mucha suerte, enviándote el informe de lectura, algo valiosísimo.

Una vez has firmado contrato, las agencias tradicionales prácticamente se retiran y solo intervienen para reclamar pagos, puntualizar posibles desviaciones en los derechos reportados y asuntos legales. ¿Y la promoción? Esto, que muchos creen que es labor también de las agencias, es uno de los principales chascos que se lleva el novel. Tras sentir como se libera de ese peso para poder dedicarse, por fin, solo a escribir, no tarda en darse cuenta de que sigue teniendo que organizar sus presentaciones, que buscarse la vida para conseguir entrevistas y en definitiva, promocionarse para visibilizarse. En el mundo editorial, como en cualquier otro hoy en día, lo que no se ve no existe.

Algunas agencias nuevas, conscientes del cambio brutal que el sector ha dado, están ofreciendo más valor añadido a sus autores, gracias también al menor número de ellos que gestionan, y hacen labores de agente de prensa, buscan entrevistas, organizan presentaciones y contactan medios para promocionar y hacer más visible a sus representados, algo imprescindible hoy en día. Internet ha facilitado el contacto directo con las editoriales e incluso la autoedición y los agentes están en proceso de adaptación.

Si te encuentras en la tesitura de elegir entre varias agencias valora todos los aspectos y piensa que si varios se han interesado es porque tienes algo realmente bueno entre manos. Habla, pregunta, no te quedes con dudas. Y elige. Tal vez cuando menos te lo esperes estarás publicando en otros países…


Próxima parada, editoriales.

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