Mi Grinch particular

Si bien llevo días queriendo contar algo que me ha pasado, he preferido dejar pasar estas fechas tan especiales para escribir esta entrada ya que no es precisamente bonito. Ha sido mi Grinch en plenas navidades.

Recomendaba en mi felicitación navideña quedarse con los buenos recuerdos y dejar de lado los malos, pero esto ha sucedido hace muy poco y, aunque he hablado en otras ocasiones del tema, nunca es demasiado.

Como sabéis, en agosto me decidí a publicar con seudónimo una novela que las editoriales decidieron que no encajaba conmigo. Lo he contado en artículos anteriores. Dos años de trabajo complicado, dos años de perfilar personajes, de pulir el lenguaje para darle el tono adecuado, de revisiones y lecturas sucesivas. Y otros dos años de dar vueltas por editoriales y obtener negativas para leerla, resumiendo mucho. Dicho esto, es fácil imaginar que autopublicarla no fue una decisión fácil. Tampoco lo fue hacerlo con seudónimo ni llegar a los lectores. Salió con discreción, con muy buena aceptación y, en mi fuero interno, tenía la satisfacción y la tranquilidad de que con tan poca repercusión, bajo un seudónimo sin ninguna referencia  en Internet y con un número de lectores controlado, al menos  no sufriría la lacra que padecemos muchos de los que intentamos vivir de la creación artística: el pirateo, forma eufemística de definir el latrocinio al que se ven sometidos los creadores por parte de gente sin escrúpulos.

Pues me equivoqué. No hay obra, por humilde o desconocida que sea, que se libre de esto. Mi tranquilidad se terminó hace una semana, y de una forma muy desagradable. Suelo enterarme de las páginas donde saquean mis obras a través de las alertas de Google, pero en el caso de El Infiltrado, tan confiada estaba, que ni puse alertas.

Un buen amigo al que conozco desde hace treinta años y con quien comparto, entre otras muchas cosas, fecha de nacimiento, fue a comprar mi libro a una cadena de tiendas en el centro de Valencia. No menciono la tienda porque lo hice en twitter y tuve que aguantar que alguna empleada me tratara poco menos que de mentirosa. No gano nada contando lo que pasó, solo aspiro a que algún lector, usuario habitual de esas páginas entienda el daño que hace. Como decía, este amigo que había organizado un encuentro literario sobre mi novela, entró y preguntó por El infiltrado. La novela solo está disponible en las librerías con las que tengo una relación personal y les he suministrado el libro, ya que la distribuidora habitual no aceptó llevarla. Otra dificultad, que además hace imposible llegar a las grandes superficies o cadenas donde solo entran libros de distribuidoras. No lo tenían, claro.

Al ver que no estaba incluido en su catálogo, la dependienta ―sí, fue una chica― le comentó, como si tal cosa, que si bien ellos no lo tenían, seguro que podría comprarlo en Amazon o, y aquí viene lo peor, «descargárselo gratis de la página tal» ―entenderéis que no ponga el enlace a la página―. El enlace funciona y este amigo, que finalmente compró el libro en otra tienda, hizo la prueba para ver si lo que le habían dicho era cierto. Y lo es. Se quedó tan parado cuando se lo propuso que no supo cómo reaccionar y se fue sin decir nada. Una pena, porque si me llama en el momento acudo y abro una hoja de reclamaciones. Tardó unos días en decírmelo, preocupado por cómo me lo tomaría y cuándo por fin me lo dijo, la verdad es que lo primer que pensé es que sería una página de esas que enganchan las imágenes de las portadas y los textos de los libros digitales de forma automática y les meten enlaces de spam o troyanos para que la gente pique. Pero me lo aclaró pronto, él había hecho la prueba y se había descargado el libro sin problemas.

Me lo tomé mal, claro. Dos años de trabajo y cuatro de sufrimiento tirados a la basura. Un daño irreparable para una novela que arrancaba con muchas dificultades y cuya única forma de difusión ―productiva― es moverse en las listas de ventas de las plataformas y que la visibilidad ahí repercuta en el interés de nuevos lectores por hacerse con ella. Alguno pensará que los piratas pueden hacer ese trabajo de difusión. De hecho, muchos hablan de que es marketing para el autor. Ja. Se difunde entre los que no valoran tu trabajo y son incapaces de pagar tres euros por un libro. Eso sirve de poco. Recuerdo un viaje en el AVE de Madrid a Valencia donde unos chavales convencieron a un señor que peinaba canas de que no hacía falta que comprara un solo libro más. Iban todos con sus tablets y sus ebook, y le enseñaron, entre risas, cómo podía leer gratis las últimas novedades sin pagar nunca más. Entra tristeza. Mucha tristeza. Ese día pensé que mejor me dedicaba a otra cosa. Y se lo he oído a amigas, familiares, políticos, profesores…

Pero aquí sigo, escribiendo para quien aprecie lo que hago, aunque ahora sepa que incluso alguno de quienes se supone que viven de vender libros ―o al menos la supervivencia del sitio en el que trabaja depende de ello― le importa una higa el esfuerzo que hay detrás de un libro o el futuro de su empresa.

AVISO: Es mi blog, mi desahogo, y si dejas un comentario al menos que sea respetuoso aunque no estés de acuerdo.

14 Comentarios
  • Sofys861
    Escrito a las 18:15h, 28 diciembre Responder

    Totalmente de acuerdo Marta. Se puede decir más alto pero no más claro.
    Hay que comprar libros, me parece fatal que alguien que se dedica a venderlos, tire piedras sobre su propio tejado. Que pena no haberte enterado en el momento……..

    • Marta Querol
      Escrito a las 19:00h, 28 diciembre Responder

      Pues sí, porque si me llama en ese momento, voy. No sé si es irresponsabilidad o, como me dijo alguien, que le tienen ganas a la empresa. En fin, veremos cómo acaba esto. Un beso grande, amiga.

  • Almudena
    Escrito a las 18:26h, 28 diciembre Responder

    Si te sirve de algo, ha sido una de mis mejores lecturas de 2020 y así lo voy a contar en mi blog el día 30. Y lo compré en Amazon, por si alguien tiene alguna duda.
    Un beso, Marta.

    • Marta Querol
      Escrito a las 18:47h, 28 diciembre Responder

      Muchísimas gracias, Almudena. Espero que cuando salga la edición de Sargantana la gente lo compre y no vaya por la puerta de atrás. Un abrazo y feliz navidad.

      • María Aniceto
        Escrito a las 21:57h, 28 diciembre Responder

        No me deja contestarte en Facebook, pero solo decirte que te entiendo y como exlibrera de sangre y de corazón te digo que esa persona no era librera. Podría asegurar que ni siquiera le gustan los libros. Y decir qué librería es, tampoco estaría de más. Compraré tu libro y lo recomendaré. Ánimo Marta, que estas personas no te fastidien tus éxitos

        • Marta Querol
          Escrito a las 22:43h, 28 diciembre Responder

          Qué raro que no deje contestar en Facebook. Gracias por avisarme. Si me lee alguien y sabe cómo solucionarlo, le agradeceré que me lo diga.
          Muchísimas gracias, María. No, no es una librera, es alguien que vende libros en una cadena de librerías (creo que hay pocas opciones). Como explico en el artículo, lo comenté en Twitter y alguien que trabaja en ese establecimiento me reprochó que lo comentara en público y puso en duda que fuera cierto. No tengo ganas de más follones. Yo no gano nada con ello, y el problema lo tienen ellos, ya se apañarán.
          Gracias por tu apoyo, María.

  • Ángeles.
    Escrito a las 18:26h, 28 diciembre Responder

    Me encantaría saber el nombre de la tienda para poder ir y poner una buena reclamación. Eso sí, pidiendo primero tu libro, claro.
    Ánimo y no dsesperes. Escribes muy bien y se te reconocerá.

    • Marta Querol
      Escrito a las 18:46h, 28 diciembre Responder

      Muchas gracias. No vale la pena, Ángeles. Ya lo puse en Twitter y como comento en el artículo una empleada me reprochó mi comentario y lo puso en duda. Si supiera el nombre de quién lo dijo, sí iría yo a la tienda a poner la reclamación. En fin. Ya me he desahogado. Gracias por el apoyo y por leerme. Un abrazo y feliz Navidad.

  • Fina Señalada
    Escrito a las 19:00h, 28 diciembre Responder

    No puedo entender como personas que sean «lectores de verdad» puedan buscar libros en páginas piratas. No me cuadra.
    Ni mucho menos entiendo como una empleada de una tienda te «oferte» el conseguirlo así.
    Los libros digitales son muy asequibles.
    Yo que leo mucho, y por problemas con mus ojos ahora leo más en digital, veo inaudito que alguien piratee un libro que como tu bien dices tiene un precio tan bajo.
    Sigue escribiendo, por favor, no dejes que esto te desanime. Que solo sea tu Grinch particular y se vaya al terminar las fiestas.
    ¡Feliz año!

    • Marta Querol
      Escrito a las 19:13h, 28 diciembre Responder

      Muchas gracias, Fina. Pues a mí tampoco me cuadra. Son gente que le gusta leer pero que los autores y la literatura les importa poco. Siempre que me llegan noticias de estas o avisos me quedo tocada. Luego se me pasa. Un abrazo y feliz Navidad.

  • Elena Casero
    Escrito a las 19:03h, 28 diciembre Responder

    Totalmente de acuerdo. Es rabia, impotencia y falta de respeto. Y conozco gente que lo hace. Yo no sé si me piratean. Pero es una actitud rastrera.

    • Marta Querol
      Escrito a las 19:17h, 28 diciembre Responder

      Yo tengo incluso alguna amiga íntima que lo defiende abiertamente y más de una discusión hemos tenido por ello. No ven el problema, solo que se puede hacer y lo hacen. Y le pregunto que si al pasar por la puerta del panadero de la esquina y no ver a nadie dentro arrambla con todo lo que hay a la vista y me dice que no, que eso es robar. En fin. Un abrazo Elena, espero que podamos vernos pronto.

  • María Ángeles Menéndez Salinas
    Escrito a las 09:30h, 29 diciembre Responder

    Querida Marta:
    Es muy fuerte!! 😘😘

    • Marta Querol
      Escrito a las 18:01h, 29 diciembre Responder

      Pues sí, María Ángeles, muy fuerte y muy triste.

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