Las Guerras de Elena, en papel

Por fin llegó. Han sido cinco años de ver volar a mi ave Fénix en solitario por las librerías, aunque Las guerras de Elena estuviera en versión digital desde hace tiempo. Por mucho que se diga, la sensación de ver tu obra en papel, de poderla tocar, de encontrarla en las mesas de novedades o en las estanterías de los olvidados, da igual, no es comparable.

Estoy ilusionada, lo reconozco. Por fin sale publicada en una preciosa edición de papel, a partir del 22 de enero (y ya en preventa), mi segunda novela:


Esta obra ha llevado un recorrido muy diferente a la anterior ―ya contado muchas veces, en muchos sitios, en este mismo blog aquí, por lo que no lo repetiré. Para empezar, sale con una buena editorial, que ya apostó por El final del ave Fénix a pesar de no ser novedad en el mercado. Invirtieron en ella, algo muy de agradecer en estos tiempos, y decidieron quedarse también con la segunda parte, en una apuesta clara por esta trilogía.

Yo tampoco soy la misma que escribió la primera parte, he evolucionado y no me refiero a lo personal, que también, sino en mi forma de escribir. Cuando escribí mi primera novela nunca pensé que vería la luz, no imaginé que la leyera nadie más allá de mi familia y algún amigo cercano, y la escribí con cierta despreocupación o atrevimiento, sin la carga de responsabilidad que conlleva publicar. Las guerras de Elena la escribí siendo ya una autora editada y, por tanto, con la ilusión de su posible publicación por alguna editorial y el anhelo de llegar al menos a tantos lectores como con la anterior. El final del ave Fénix había gustado mucho eso facilitó que Ediciones B se fijara en ella y, de su mano, en su nueva compañera, y esta es la continuación o una parte fundamental de aquella.

Y es que El final del ave Fénix se convirtió en una trilogía de forma involuntaria, por cómo nació. La historia era larga y compleja, más de 70 años de nuestra historia reciente contados a través de dos familias en sus distintas generaciones. Demasiado ambicioso tal vez para una primera obra, pero no era consciente de en donde me metía. Abrevié el final de la historia para facilitar su lectura y mucha información de los años sesenta en adelante la guardé para desarrollarla más tarde. Así nació y creció Las guerras de Elena, y la recién terminada EBYF (todavía no es seguro el título por lo que lo dejo en un acrónimo. A ver quién lo descifra).

La primera contó la historia completa de Elena Lamarc y Carlos Company, desde el nacimiento hasta su final. Entonces, ¿qué puede contar esta segunda parte? Mucho, porque la primera desarrolla de forma muy detallada lo sucedido a estas dos familias desde 1934 hasta los años sesenta, pero en los siguientes la historia aparece difuminada, entre brumas. Se sabe cómo evoluciona el personaje, pero queda en el aire el porqué de esos cambios, de ese final.

En Las guerras de Elena nos encontramos a una Elena Lamarc adulta, cargando con la pesada mochila de una infancia y adolescencia que han marcado y endurecido su carácter, y con su último desengaño recién conocido. Los sesenta y setenta van a ser años duros para ella y su hija Lucía, años de muchas guerras personales y también, por avatares de su negocio, de guerras reales, de las que dejan muertos y desolación a su paso. Se ve obligada a viajar a países como Arabia Saudita, Kuwait o el Líbano, en una época convulsa y donde, aún hoy, ser mujer es una dificultad añadida. El mundo empresarial español, su crecimiento, sus primeros años de desarrollo e inicio de las exportaciones, tímidas, en el tardofranquismo, no ha sido apenas tratado en la narrativa española contemporánea, y en esta novela se hace un recorrido por esa realidad que según me han comentado algunos lectores les ha resultado muy interesante, y es una parte fundamental de la trama, fruto de muchos de los conflictos, las intrigas y luchas familiares.

Uno de los retos de esta novela fue conseguir que los lectores «nuevos» no se perdieran, y los que venían de leer la primera parte no repitieran lo ya conocido, buscar el equilibrio entre poner en antecedentes y no duplicar información. El esfuerzo ha valido la pena y como resultado pueden leerse de forma independiente, aunque lo ideal es leerlas en orden por lo que os animo a los que todavía no habéis leído El final del ave Fénix a hacerlo estas Navidades, antes de la salida de esta nueva entrega.




Otro reto fue hacer madurar a todos los personajes, física y psicológicamente, y cambiar el peso de unos a otros, de forma que si en El final del ave Fénix Dolores y Gerard absorbían gran parte del protagonismo, en esta nueva entrega siguen presentes pero se lo ceden a Carlos, Elena y Verónica, junto a personajes que aparecen por primera vez como Lorenzo Dávila, Gonzalo Morales o Djamel, y con Lucía, la hija de Carlos y Elena, como nexo de unión entre todos ellos.

Las vicisitudes, aventuras, intrigas y peripecias de todos ellos también los dejarán marcados para la siguiente entrega, pero esa es otra historia que espero que Las Guerras de Elena os deje con ganas de leer.


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