Gracias Reyes Magos

Siempre se ha dicho que el trabajo de escritor es solitario, y es cierto. Ya lo comenté hace tiempo en el blog. Es una actividad difícil de entender por quienes te rodean, te miran como si te hubieses vuelto un poco loca o ya no transitaras por este planeta como una simple mortal, aunque sigas siendo la misma que va a Mercadona, viaja en bus o se emociona con una puesta de sol. Te pasas horas, sin importar si es de día o de noche, sentada frente a la pantalla tratando de hilvanar frases e ideas que muchas veces te suenan extrañas o dudas que vayan a interesar a nadie. Aprietas las teclas con decisión y desconfianza, con amor y temor, con esperanza y desconsuelo. Y te lo tragas todo sin compartirlo. Te preguntas si lo leerá alguien, si gustará, si verá la luz o acabará durmiendo en una carpeta olvidada de tu portátil y, cuando por fin terminas y el texto te abandona para hacer su propia vida, la soledad es todavía mayor, inmensa. Y aprendes a no hablar de ello con nadie que no sea del gremio para evitar que te juzguen o piensen que vas de esto o de aquello. Es tu trabajo, pero no puedes hablar de él como lo hace una enfermera, una dependienta o una arquitecto. A veces resulta incómodo, pero te acostumbras a esa soledad que va más allá del momento de la creación literaria y mantienes tu faceta creativa escondida, como si te avergonzaras o fuera algo ilegal.

Cuando, pasado el tiempo, cuesta encontrar en las librerías los títulos que tantas horas de sueño te han robado y estás enfrascado en algo nuevo, te preguntas si tanto esfuerzo merece la pena mientras sigues con la vista fija en la luz blanca del ordenador, esa que, a fuerza de mirarla, te ha robado la vista en poco tiempo. Te preguntas si esas horas de soledad y esa especie de vida escondida que apenas compartes con nadie, merece la pena.
Y entonces recuerdas a los lectores, tus Reyes Magos, los que tantas veces te han sorprendido, los que te sacan del pozo del abandono cuando caes en él, y se produce el milagro. Sabes que están ahí, que aprecian tu trabajo y que muchos son más generosos de lo que nadie podría esperar y, desde luego, más de lo que merezco.



No estoy sola, lo
sé y esta entrada es para daros las gracias a todos por ello. Sois mis Reyes Magos. Gracias a los 132 lectores que han opinado sobre mis novelas en Amazon ―sí, incluso a los que lo han hecho de forma negativa y con descalificaciones personales―. Gracias a los incontables lectores que me han escrito mensajes privados o me han dejado comentarios en las redes sociales. Gracias a los cerca de 70 blogueros que han reseñado las novelas. A los muchos habitantes de webs de literatura como Goodreads, Abretelibro, Anobii y otras, que han comentado y puntuado mis novelas.

Gracias a esa lectora que, tras terminar de leer mis libros, me envió libretas personalizadas con las portadas de mis novelas y marcapáginas a juego; o a esa otra que me contactó para pedirme que le dedicara un libro y cuando llegué al sitio del encuentro me recibió con unas galletas maravillosas hechas por ella y un cesto de cerezas cogidas en su huerto. Gracias a los que me han parado por la calle o me han asaltado en el autobús para comentarme lo gordo que le caía tal personaje o cuánto les ha dado que pensar una madre como Elena Lamarc. Gracias a la enfermera que improvisó un club de lectura en la consulta cuando tenía hora, gracias a los que no me han dicho nada pero han recomendado mis libros a los amigos y gracias a la artista maravillosa que me ha enviado un cuento de su propia autoría, ilustrado por ella misma con unos dibujos realmente espectaculares y que podéis ver en las fotos. Gracias por el libro  y por la dedicatoria que me ha tocado el corazón.

   


   


Gracias a mis amigas, las de siempre, que me animan y dan fuerza en cada nuevo proyecto, y gracias a quien cada noche me mima, me cuida y me obliga a cenar a una hora decente después de acercarme un aperitivo y una copa de vino.

No, no estoy sola aunque esa sea la sensación que más me acompaña. Hay alguien al otro lado que espera, respeta y aprecia este trabajo y que  incluso me sorprende con detalles como los que aquí he contado. Sirva este escrito para agradeceros a todos el apoyo que me brindáis y que ha conseguido mantener mis obras en la calle y a mí con el trasero pegado a la silla a pesar de las dificultades. Gracias a mis Reyes Magos.

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