24 Sep Váyase señor Martínez
―¡Muy buenas, señor Martínez! Llega justo para la merienda. Lo estábamos esperando.
―Qué bien, porque tengo un hambre…
―Pues le tengo preparada una sorpresita… ¿Cómo le fue con el proyecto ese que tenía pendiente? ¿Al final se lo adjudicaron?
―Sí, sí, ningún problema.
―¡Ay, qué alegría, señor Martínez! ¡Si es que usted vale mucho! ¡Bendito el día que nos pidió ayuda! Ya ve, gente humilde como nosotros, ayudando a un hombre de talento como usted. Pero siempre puede hacerse algo, ¿verdad? Y nosotros teníamos mucha fe en usted. ¡una cosa más a celebrar! Ande, ande, que ya verá qué sorpresa le hemos preparado.
―¿Y eso?
―Pues porque después de tantos años con nosotros, siendo uno más, lo queremos como si fuera de la familia. Pase, pase…
―¡¡¡Sorpresa!!!
―Pero si está aquí todo el mundo: sus hijos, su madre, sus hermanos, los vecinos…
―Sí, ¿ya no se acuerda? ¡¡¡Es el aniversario de su llegada a nuestra casa!!! Quince años hace que vive con nosotros, cómo pasa el tiempo ¿verdad? Y la de cosas que ha conseguido desde entonces. Nos sentimos un poquito partícipes de sus éxitos, que todos hemos colaborado en algo.
―Le he hecho una tarta, Federico, de esas de tres pisos que salen en la tele. Mire, mire…
―¿Para qué me has hecho una tarta, Catalina?
―Y yo le he traído un regalo.
―¡Y yo también!
―¿Quince años hace que estoy aquí? Vaya… Pues no sé cómo los he aguantado tanto tiempo. Tiene gracia que me preparen una fiesta sorpresa, jajaja.
―¿Qué dice?
―Pues eso, que no sé cómo he estado aquí tanto tiempo, jajaja, asquito me da esta casa.
―Pero…
―Es que, a ver cómo se lo explico aprovechando que están todos reunidos: no puedo soportarlos, ¿sabe, Juanita? Vale que guisa usted muy bien y tiene la casa razonablemente limpia, pero me cae fatal. Y el resto de la familia, peor. Son una panda de garrulos indignos de alguien como yo. Deje la tarta ahí, que se ha quedado usted pasmada, a ver si puedo cortarme un trozo. Menuda pinta tiene, Catalina, son ustedes lo peor, pero guisan de muerte y con el hambre que he llegado…
―Está de broma…
―No, qué va. Me caen fatal desde siempre, si hubiera tenido otro sitio donde me alimentaran y dieran techo me habría ido, pero tan tontos no los hay.
»Me alegré de que su hijo se quedara en paro, ya ve, y eso que temí que no pudieran mantenerme por más tiempo. Pero por desgracia encontró trabajo pronto. Y cuando le mandaron la carta del banco por el impago de la hipoteca me froté las manos aunque menos mal que al final pudo pagar porque a ver qué hacía yo si no. Yo, de apoyar a alguien, apoyaría siempre a los que fueran contra ustedes, a los que les tocaran las narices.
»Mi posición aquí es difícil, nunca me he sentido parte de esta familia, jamás, por eso alucino con esta fiesta, es muy gracioso. Qué buena está la tarta, Catalina. ¿Para mojar no hay nada, Juanita? Joder, ya sería perfecto. Seguro que ha hecho leche merengada, que la conozco. Les veo mala cara… ¿por qué me miran así? Vamos, yo uno de los suyos, antes muerto. Juanita, un poco de merengada…
Y ahora, si no lo han hecho todavía, cambiemos a los personajes por sus alter ego.
En el papel de Federico Martínez, Fernando Trueba.
En el de doña Juanita, el Ministro de Cultura.
En el de Catalina y resto de familiares y amigos: usted, yo y todos los que pagamos impuestos y nos sentimos españoles.
La cara de gilipollas que se nos ha quedado…
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