Un año de la Riada del 29 de Octubre

29 de octubre. Una fecha que oprime el pecho. Se cumple un año del desastre de la riada que asoló 75 municipios y, muy en particular, la zona de L’Horta Sud y Chiva . No era la primera y, por desgracia, no será la última. En mi novela El final del ave Fénix había escrito algo sobre la Riada del 57. Aunque me pillaba lejos, para narrarla había accedido a una grabación de radio que transmitía en directo el momento en que el agua sobrepasaba los pretiles del cauce antiguo del Turia y la emoción en la voz del locutor me había erizado el vello. No imaginaba entonces que tendría la desgracia de ver de primera mano los efectos devastadores de una riada, de un tsunami, de agua, barro y cañas de consecuencias devastadoras.

Escribí, día a día, lo que yo misma vi y viví, y ahora me sirve de documento testimonial de lo que sucedió. Eran muchas las informaciones y desinformaciones que circulaban y, haber estado allí y dejar testimonio de ello, justo en ese momento, me ayudó a saber que no fue un mal sueño y también a poner a cada uno en su sitio. La memoria no es fiable, se adapta, se nutre de otras informaciones, elimina realidades por relatos nuevos, y haberlo escrito en el momento evita esos sesgos. Este fue el primer artículo que hice, Un Mad Max a pocos kilómetros de tu casa, bajo el impacto de unas imágenes que no olvidaré. La llegada a la zona cero fue como aterrizar en una distopía del fin del mundo.

A este siguieron otros que han quedado como bitácora y que pueden leerse todos en este blog ―Crónica de la Dana (3/11), Crónica de la Dana (5/11), Lo que las RRSS no están contando, Crónica de la Dana (7/11)…―, día a día. La conclusión que saqué y que, por desgracia no ha cambiado, es que los políticos, las personas que elegimos para que nos representen, para que defiendan nuestros intereses, los de todos, no estuvieron a la altura. Ninguno. Valencia se ahogó entre la mediocridad de unos y la mala fe de otros. Para mí, peor lo segundo que lo primero, pero para el caso da igual. No vale ninguno de ellos ni un céntimo del sueldo que cobran.

A lo largo de este año, en la red social X y en declaraciones en medios, he leído y escuchado declaraciones de políticos a los que conocía en persona y me han producido nauseas. Nunca imaginé que traicionaran así a su pueblo por seguir en el machito y medrar en su carrera política. Todo por un puesto en las listas, una poltrona, por un sueldo que jamás cobrarían en una empresa privada, con un cinismo y una falta de escrúpulos que asquea. Algunos parecen o creen que llegarán alto escalando sobre los muertos. También he visto a periodistas que no pusieron un pie aquí, sentar cátedra sobre lo que pasó, los que estaban o dejaban de estar, y quién hizo qué. No les vale ni el testimonio de alguien tan conocido y respetado como Santiago Posteguillo que, en un vídeo estremecedor, narró en detalle la secuencia de desamparo que se vivió. Como bien explicó, pasaron días sin que viniera nadie, al margen de los voluntarios. Cualquiera que coincidiera con afectados tiene testimonios de cómo pasaron días sin más ayuda que la de particulares que se echaron una pala al hombro. En ninguna manifestación se ha protestado por esto. El pueblo sí estuvo a la altura. Lo comprobé en persona, nadie tiene que contármelo.

De hecho, a día de hoy el desamparo se masca en muchas familias, en muchos negocios, en las infraestructuras que siguen pendientes de recuperarse. Muchos particulares siguen sin recibir las ayudas solicitadas y prometidas. Se habla de la imposición de quitas en los pagos para acelerar la recepción de un dinero del que depende la supervivencia de muchos. La gestión del parque de vehículos dañados no solo fue un caos, fue una auténtica mafia que enriqueció a muchos a costa de los propietarios de los vehículos siniestrados.

Y un año después la sensación es de marasmo, de falta de ideas por parte de unos y falta de voluntad por parte de otros (aquello de cuánto peor, mejor). ¿Es posible que haya oído que los organismos del Estado no se han reunido con los autonómicos? ¿En serio? Para lo único que preocupan las víctimas es para utilizarlas contra los otros, sabedores de que cuando ocurre una tragedia se necesitan culpables, responsables. Son carroñeros. Entonces y ahora. Muchos siguen obsesionados con dónde estaba el inútil de Mazón, que tendría que estar en su casa desde hace tiempo o escondido en algún lugar recóndito, de pura vergüenza. A mí, personalmente, me importa una higa dónde estuviera. Está claro que mintió, está claro que no estaba donde debía y está claro que todo esto le vino grande. A estas alturas ¿qué aporta dónde estuviera? ¿Cambia algo, al margen de desviar la atención de lo importante? A mí lo que me retuerce las entrañas es dónde estaba el Ejército, ese que se despliega en pocas horas en países lejanos, que se vuelca en cuestión de horas en Marruecos o que, cuando la riada de Bilbao del 83, estaba sobre el terreno a las doce horas. Aquí, no. ¿Por qué?

No sé si los sistemas fallaron o es que no existían. Demasiado inútil en puestos de responsabilidad. Pero a ver qué persona de valía se aventura a meterse en el lodazal en el que, entre todos, han convertido la política. Se nombra a amigos, fieles y acólitos que cobran sueldazos por mirar como sus departamentos funcionan aparentemente solos, por inercia, confiados en que ellos nada tendrán que hacer.

Me preocupa el presente y el futuro. Las obras que evitarían que esto se repitiera no se acometen, igual que no se hicieron en el pasado. Y así seguiremos hasta la próxima tragedia, con los políticos metiéndose el dedo en el ojo mientras la gente se ahoga. La riada fue trágica, pero la resaca que ha quedado de aquello es desoladora.

Como anécdota, durante aquellos días en que recorrí kilómetros llevando ayuda de aquí para allá, el destino quiso que conociera a Ramón, el hombre que aparece sentado en el barro con la mirada perdida en la foto de EFE que ilustró muchísimos artículos, incluido el primero mío que salió publicado en Zenda. Un hombre que sobrevivió a duras penas y que tendría mucho que contar ―las fotos de abajo son de cómo estaba su casa semanas después― , y al que cada vez que se contempla en esa imagen robada, se le cierra la garganta. Y no fue un robado posado. Fue la imagen de quien lo ha perdido todo.

4 Comentarios
  • Antonio Armero
    Escrito a las 13:11h, 30 octubre Responder

    Hay mucha manipulación política de las catástrofes. Enseguida los partidos crean asociaciones para interferir. Bien es cierto que los cauces pertenecen al estado y tienen obligación de limpiar y sanear. Hace falta un embalse de laminación según los técnicos. No hay nada previsto aún. La gente desconoce la realidad y se dejan llevar por las soflamas políticas que en nada ayudan.

    • Marta Querol
      Escrito a las 13:54h, 30 octubre Responder

      Así es, Antonio. Los políticos aprovechan el dolor y la debilidad emocional de las víctimas como arma política para seguir en su puesto, pero de dar soluciones reales, analizar los problemas desde un punto de vista técnico y no ideológico, nada.

  • Pilar Pérez
    Escrito a las 12:07h, 15 noviembre Responder

    Así es, tal cual lo relatas.
    No estaba en Valencia pero tengo testimonio de amigos que, pala al hombro, salieron a la calle, porque allí no apareció nadie.
    Y me temo por otras infecciones que también se mintió en el número de muertes.
    Por dejación de las responsabilidades que deberían haber hecho su trabajo.
    Esto es un delito, pero tenemos demasiados aforados.

    • Marta Querol
      Escrito a las 20:49h, 23 noviembre Responder

      Muchas gracias por tu comentario, Pilar. Sé que es así como lo viví, no me lo tiene que contar nadie. Lo dejé escrito en su momento para vergüenza de unos y otros. Un abrazo.

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