Son las tres. Merak ha quedado con Zeta-Chi a las cinco, pero ya le tiembla hasta lo que no tiene. Lleva meses, puede que un año, retrasando el momento. Por miedo.Ha cumplido los diecisiete años, pero desde niño sabe que le gustan las chicas. No entiende qué ha fallado en su concepción, se supone que eso está controlado y su mal, abolido, pero teme ser el error estadístico de su lote. Nunca se lo ha confesado a sus madres aunque barrunta que lo saben:―Merak, mi vida ¿no quieres jugar con...