Subir y bajar en Amazon

Alguien me está robando el tiempo y no consigo verlo, pero el día que lo encuentre voy a hacer que me devuelva cada minuto enajenado. Y es que ha pasado un año desde que mi novela «El final del ave Fénix» llegó al número uno en Amazon y me parece imposible. Muchas cosas han pasado en ese año en lo literario, pero ahora que estoy lejos de esas posiciones puedo valorar como llegué allí y elucubrar sobre por qué no me he mantenido.

Llegar no fue fácil, y en los inicios de este blog fui desgranando mis avatares en Amazon, la plataforma que nos abrió las puertas a muchos autores desencantados con el mundo editorial o la distribución. Cuando aterrizas en KDP vas un poco perdido, no sabes muy bien cómo avanzar o qué hacer una vez ya has subido tu novela a la red. Sobre todo entonces, porque hoy en día gracias al compañerismo entre los autores indie en particular algunos de ellos como Blanca Miosi, que no solo a través de su blog sino mediante consejos directos en Facebook en grupos que se han formado aconseja y asesora―, se tiene mucha más información que hace un año. Entonces íbamos, o al menos yo iba, un poco perdidos. Pasé alguna desgracia que retrasó su despegue, como que desapareciera de las listas de libros en español de amazon.com, y también metí la pata un par de veces, primero con una portada, muy linda pero en la que el título era imposible de leer por la tipografía y el color elegidos ―tomad nota: importantísimo un buen diseño de portada, atractivo, y en la que el título y autor se vean con claridad en el tamaño del catálogo digital―; y la segunda metedura de pata fue entrar con un precio de 3€; sí, ese al que Amazon paga al autor el 70{19d92153dfb98e74191b8f903c3be878fdc326dc3ae1df978264d2f2feca73e2} de los derechos; me hacía ilusión. Algunos pensarán, «¡pero si es baratísimo», pues no, con ese precio un autor desconocido como lo soy yo y tantos indies estupendos como hay, se quedan fuera de mercado porque los lectores que pagan ―cada vez menos― admiten precios superiores para libros de sus ídolos, pero arriesgan lo mínimo con autores que no conocen o tienen una trayectoria más corta. Da lo mismo que la novela tenga 500 páginas o 140, da lo mismo que sea histórica y se hayan pasado cinco años documentándose o que se haya escrito en un suspiro; a priori da lo mismo casi todo, menos el precio.



La cuestión es que tras unos meses con el precio mencionado lo bajé a 0,96€. No solo hice eso, claro, aproveché Facebook (creo que entonces aún no estaba en Twitter) y me registré en algunos foros que me recomendó un lector, Oscar, al que conocí en Goodreads y que me ayudó mucho entonces. Y ahí se produjo el boom. La novela empezó a escalar en los rankings, las ventas subieron, y se plantó en el número uno por estas fechas
―creo que hace unos días― desbancando al que entonces era el rey de la red, Juan Gómez Jurado. Me sorprendió, porque acostumbrada al ritmo de ventas que llevaba el cambio fue exponencial y además los que tenía por encima parecían imbatibles. Cuando te ves arriba sientes una especie de presión, sabes que no va a ser para siempre pero quieres hacerlo durar, y eso se transforma en una pequeña tiranía que te impele a trabajar constantemente la promoción, cada uno a su manera, con su estilo; y yo trabajé en ello con ahínco aunque fiel a mis normas:

  • No invadir nunca muros, grupos o espacios ajenos con mis novelas (aunque algunos me hayan acusado de ello, nunca lo he hecho).

  • No poner más de un comentario al día por novela, salvo en Twitter cuando se incluían hashtags de distintos países.

  • En los grupos creados para ese fin, nunca meter mis enlaces antes de cuatro o cinco minutos del anterior (algo que a veces se volvía un imposible porque la avalancha de información de unos u otros autores era enorme), para dejarle visibilidad.

  • No usar frases del estilo «La mejor novela del siglo», «Impresionante», «Nunca has leído nada igual» u otras fanfarronadas similares.


Pasaban las semanas y ahí seguía; bajaba un puesto cuando llegaba una oferta y volvía a recuperar el primero cuando la oferta pasaba. Llevaba un mes en el nº1 cuando firmé el acuerdo con Ediciones B y aún tardó hasta mayo en pasar la novela a sus manos. Hasta entonces seguía en KDP, la plataforma de autopublicación, con la misma referencia de siempre. Y se mantuvo en el Top10 durante todo ese tiempo, después del primer mes en el número uno. Pero llegó mayo y la novela cambió de referencia. La nueva referencia partió con cero ventas, empezando de nuevo desde la cola. A mis compañeros también les sucedió y consiguieron remontar la mayoría, pero la mía no lo consiguió. Creo que por varios factores:

  • «El final del ave Fénix»iba por su cuarta edición. Cuando la subí a internet ya tenía dos ediciones en papel a cuestas y más de tres mil libros vendidos entre ambas. Eso, unido a la edición digital que había arrasado durante esos meses dificultó volver a subir, ya que para ello hace falta que compren muchos ejemplares de forma concentrada en el tiempo. No subes lo mismo vendiendo 10 al día si esos 10 se concentran en una hora que si se reparten en toda la jornada. Por eso hay autores que convocan a sus seguidores para que todos compren en una franja horaria en un día determinado, y así subir de golpe.

  • Por circunstancias, no pude dedicarle tiempo a la promoción ni tenía el ánimo adecuado. Además, entonces ya estaba en Twitter y veía la avalancha de mensajes promocionales de unos y otros y me parecía un tanto excesivo. Pero la cuestión es que tenía poco tiempo y aunque algo hice, fue más bien escaso. Y en la red, a quien no se le ve, no se le compra. Son muchos los que despotrican de esa publicidad, pero lo cierto es que funciona, da resultados y es la única herramienta disponible para autores sin apoyo externo, guste más o menos. Tener editorial no cambia esta circunstancia, ya que muchas tampoco promocionan si no eres un superventas y o sales tú mismo a las redes, o no existes.
  • La novela no fue objeto de ninguna oferta especial, no era novedad, subió un poco de precio hasta el que ahora está (1,89€) y como dije antes, para autores alejados de la fama, aunque parezca mentira, vender a 1,98€ es caro.
  • Al salir con editorial las ventas se repartieron entre distintas librerías digitales, ya no se concentraban solo en una.
  • La piratería. No puedo calibrar lo que ha supuesto o no, pero para entonces la novela ya estaba en más de quince webs de descarga y leía los comentarios de la gente alabando la novela y nuevos lectores pidiéndola. Dicen que eso te beneficia. Todavía no sé en qué, pero si algunas de esas descargas ―sé que no todos los que la descargaron la habrían comprado― se hubieran canalizado a través de Amazon, Casa del Libro o FNAC la novela podría haberse hecho visible, que es la clave de todo este invento.


Creo que la mezcla de estas cinco cosas es lo que ha dejado al libro en la cuneta. Tal vez ha llegado a su límite, pero lo cierto es que la novela gusta, se ve en los comentarios que me siguen llegando, y sino no habría firmado con tres editoriales ni aguantado más de cien días en el Top10.

Como muchos me preguntan por correo que hay que hacer ―además de escribir un buen libro― para destacar en las listas, espero que esta entrada les ayude.


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