Papel vs. digital, Las guerras de Elena

Tengo la sensación de que siempre empiezo las casas por el tejado, sobre todo en lo literario. Y también que el mundo digital discurre en paralelo con la edición tradicional sin apenas tocarse.

Esta semana presento por fin mi novela Las guerras de Elena, pero tengo una sensación extraña porque no es nueva, no sale ahora, lo hizo en internet un 23 de abril como primicia digital para la feria de San Jordi de 2012 y, desde entonces, se está vendiendo en ebook y tengo opiniones de los lectores. Sin embargo, todo lo que está pasando es como si nunca antes se hubiera publicado.

De aquella salida, aun siendo muy deseada ―primera visita a la Feria del Libro por antonomasia en España, invitada por Amazon y Ediciones B― no me siento especialmente orgullosa. Hacía poco menos de un mes que había firmado con la editorial y me pidieron la novela «como estuviera» para poderla lanzar. Tenía unos días para enviarla, no había podido corregirla como me hubiera gustado, y me empeñé en hacerlo en una semana en que, además, una bronquitis se encaprichó de mis pulmones. Con más de 38ºC de fiebre intenté mejorar en lo posible la novela y, como era previsible, en vez de mejorarla casi me la cargo. No guardé todos los cambios, otros los apliqué y metí la pata al hacerlo ―revisar y corregir es una labor muy compleja que requiere estar muy lúcido y despejado y, creyendo que sí lo había logrado, envié la novela a la editorial con bastantes errores. Ellos no tenían tiempo para ravisarla, lo sabía, la responsabilidad era mía y fallé. No es una excusa lo de la fiebre y el plazo, pero es lo que pasó. Fue algo con lo que tuve que apechugar durante mucho tiempo y que, aunque parezca mentira, me agobió y me hizo pasarlo mal porque soy muy puntillosa para esas cosas. Fueron varios los lectores que me informaron ―o vapulearon, que de todo hubo porque cada uno tiene su estilo para decir las cosas― de los errores, y solo entonces fui consciente de lo sucedido. Entré en el fichero y comprobé que las largas horas de trabajo corrigiendo se habían esfumado al no guardar los cambios y aparecían otros errores nuevos producidos al corregir otros. A pesar del tono de alguna lectora, quedé agradecida por el aviso, aunque poco pude hacer. La flexibilidad de las editoriales a la hora de modificar libros ya subidos a la red no es asimilable a la de los autores independientes.

La editorial sacó una portada de compromiso, en el tiempo que tenían era impensable otra cosa y algo debían poner y así, con una imagen poco cuidada por dentro y por fuera comenzó su andadura en la red. Los primeros días se colocó entre los primero puestos del Top100 de Amazon, y ahí estuvo unos meses hasta dejar paso a otros, pero siempre en posiciones más o menos dignas para un catálogo con más de un millón de títulos.


ANTIGUA                                              NUEVA



La edición en papel se retrasó más de lo previsto, y ha sido esta semana pasada cuando, por fin, con una portada preciosa
―al menos a mí me lo parece― y con la edición en condiciones ―aunque no las que me habrían gustado―, ha visto la luz Las guerras de Elena. Y precisamente como no era novedad y llevaba tiempo en la red no me imaginaba la que se iba a organizar:

  • En la primera semana he recibido miles de mensajes en las redes sociales diciéndome que la estaban esperando (está visto que la edición digital tiene su público y la de papel el suyo).


  • En dos días se ha agotado en El Corte Inglés de Colón de mi ciudad, que es una de las principales librerías.


  • Se ha colocado en el Top100 de Fnac de libros digitales, a pesar de llevar allí tiempo. De hecho, el revuelo ha aupado y también a la primera parte a ese Top100.



  • Y son muchos los programas de los que me han llamado para acudir a entrevistas.


Es como si antes no hubiera existido
―por cierto, quienes compraron la edición digital pueden actualizarla a la nueva revisada, sin coste, y eso hace pensar que, al menos en España, la edición digital no se considera ni puede compararse todavía a la tradicional, ni por parte del público, ni por parte de los medios.

Así que ahora mismo es como empezar de cero y lo estoy viviendo con la misma ilusión que si publicara algo completamente nuevo. Es el segundo paso ―dicen que es más difícil publicar la segunda novela que la primera― y puede ser la consolidación de lo que me gustaría hacer el resto de mis días, aunque siga sin considerarme escritora. Espero esta vez tener un poquito de suerte, también necesaria, para que la novela pueda darse a conocer y que los lectores decidan. Y espero haber mejorado en ese camino de llegar a escribir con dignidad.

El 29 de enero será la presentación oficial en el Ateneo Mercantil de Valencia, a las 20:00, en un acto en el que habrá música y actuaciones además de hablar de la novela. El 6 de febrero habrá presentación en L’Iber, Museo del soldadito de plomo, a las 19:30, y el 21 de febrero en el Ayuntamiento de Bocairent. Madrid, Barcelona, Zaragoza y Málaga les seguirán.

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