Siempre estamos con la cantinela de que hombres y mujeres somos iguales, pero lo cierto es que no lo somos ―por fortuna, sería muy aburrido―. Además de las diferencias físicas obvias y de otras más discutibles relacionadas con la personalidad y en las que no voy a entrar, yo tenía la sensación personal de que a la hora de elegir nuestras lecturas tampoco éramos iguales.

Me relaciono con muchos escritores y escritoras que por lo general son gente que lee ―hay excepciones, algunos solo leen para documentarse―; también con lectores que en muchos casos he conocido gracias a mis propios libros. Pero no me había planteado si el sexo del autor podía determinar lo que terminaran leyendo hasta que en varias conversaciones, en general con escritores, escuché a varios de ellos hablar de forma bastante despectiva de lo que escriben ―escribimos― las mujeres. Empezaban de forma discreta, no lo decían abiertamente porque no es políticamente correcto, pero una vez esbozada la primera idea y en el fragor de una conversación que se iba calentando y en la que se sentían en territorio amigo, la confesión era completa: no leían a mujeres, por sistema, porque eran un coñazo (sic). Como el quien afirma que no ve series españolas porque son malas, así, en bloque.

No han sido muchos, tres o cuatro todo lo más, pero me llamó la atención porque nunca escuché nada similar entre las mujeres con las que comparto lecturas o tertulias. Tal vez porque tradicionalmente los autores siempre fueron hombres, salvo excepciones muy excepcionales.

La discriminación era por sexo, y nada más, como si todas escribiésemos lo mismo, de la misma forma. Estos serían casos muy radicales, por fortuna infrecuentes, pero a partir de constatar este tipo de actitudes me empecé a fijar en qué leíamos unos y otras, y me sorprendía la sensación de que si bien todos leíamos de todo, ellos casi siempre estaban leyendo autores y de vez en cuando caía alguna escritora. O eso me parecía. Y como quería salir de dudas decidí hacer una pequeña encuesta, que si bien es limitada y carece de validez más allá de la anécdota, ha dado unos datos cuando menos curiosos.

Agradezco enormemente a todos los amigos de Twitter, Facebook y Goodreads (estos últimos de forma inconsciente) que me han ayudado a tener una muestra amplia y heterogénea.

Paso a los datos e iré comentando sobre la marcha.

Para empezar, fueron más las mujeres que se animaron a contestar, pero a fuerza de pinchar un poco para intentar conseguir muestras similares de ambos sexos la cosa se igualó y creo que sin llegar a una paridad, están equilibrados (siempre se ha dicho que las mujeres leemos más).

Para analizar el dato siguiente y posteriores con rigor me ha faltado saber cuántos autores son publicados de cada sexo. No he encontrado el dato. Y, también importante pero imposible de saber, cuántos querrían publicar y no lo consiguieron. Pensé en eliminar a los que podemos considerar clásicos ―de hecho en mi pregunta pedía cuales eran los dos últimos libros escritos por contemporáneos que habían leído―, ya que entonces las mujeres que escribían eran la excepción, pero como sólo han sido 4 y además también aparecían las hermanas Brontte, decidí dejarlos. Tal vez más adelante depure más los datos. Pero habría sido muy ilustrativo saber. como decía, si entre los autores contemporáneos hay diferencias significativas entre ambos sexos a la hora de ser publicados, ya sea porque siga habiendo muchos más escritores que escritoras, como venía sucediendo, o porque las unas tengan más problemas para publicar que los otros.

Lo digo porque, como muestra el global, son bastantes más los autores que mis amigos están leyendo que las autoras.

La diferencia es bastante significativa.
Pero para diferencia significativa la que viene ahora, la distribución entre lectores y lectoras. Cabría pensar que más o menos están a la par o con algún pequeño sesgo hacia el propio sexo, pero ni mucho menos.

Evidentemente esto puede deberse a muchos factores distintos, que paso a enumerar tras un brainstorming conmigo misma y mis adyacentes, anotando cualquier idea por absurda que parezca:

A) Por el lado de la oferta:

• Las mujeres no escriben tanto como los hombres, y la menor cantidad de escritoras hace lógicos estos resultados que en realidad mostrarían un esfuerzo de las mujeres por conseguir leer autoras pescándolas con dificultad entre la avalancha de títulos de autores masculinos, mientras que ellos mostrarían la tendencia no sesgada.
  
• Las mujeres todavía no consiguen publicar con la misma facilidad que los hombres aunque sí que se hayan incorporado en una proporción muy elevada a la creación literaria, ya sea porque en conjunto son peores y no merecedoras de ser publicadas, ya sea por alguna dificultad en el mundo editorial para publicarlas ajenas a su calidad literaria.
  
• Las mujeres escribimos efectivamente y de forma mayoritaria solo para mujeres y por eso los hombres no nos leen, mientras que los hombres escriben tramas más atractivas para ambos sexos.
  

B) Por el lado de la demanda.

• Las mujeres tenemos un gusto más abierto en la literatura y leemos indistintamente hombres o mujeres.
  
• Hombres y mujeres gustan de géneros diferentes cuyos autores están polarizados entre autores y autoras.
  
• Los hombres prejuzgan lo que escriben las mujeres y no las leen.
  
• … (Añadan las causas que quieran o una combinación de las anteriores)
  

Yo no voy a valorar cuales son las causas, podría ser alguna de las anteriores o ninguna de ellas ―solo he hecho un inventario de todo lo que se me ha ocurrido, me pareciera acertado, lógico, probable, o todo lo contrario― pero los datos están ahí. Y como autora me preocupan, por mucho que se diga que las mujeres leen más que los hombres, ya que me gustaría pensar que tengo las mismas oportunidades de ser leída a nivel global que cualquier otro escritor de condiciones literarias similares. De hecho, y es un dato esperanzador, de los cuatro que al contestar la encuesta me estaban leyendo a mí, dos son hombres, y dos mujeres :), y como he comentado alguna vez en las redes sociales, tengo casi más reseñas de lectores que de lectoras. Pero no me digáis que los resultados no dan que pensar.

Por cierto, cuanto tiempo hacía que no me enfrascaba en números y estadísticas…