La lógica del absurdo en educación

Como lo que voy a escribir puede resultar bastante polémico, empezaré por dejar claro que: a)defiendo la libertad de cada cual para elegir el idioma en que quiere que estudien sus hijos; b) que me parece una necesidad la recuperación de las lenguas vernáculas; y c) que su consolidación supone una mayor riqueza cultural de los pueblos.

Pero dicho esto, insisto en el primer punto que para mí es sagrado: el concepto de libertad de elección, algo, por desgracia, que en muchas regiones de España brilla por su ausencia, aplicándose una tiranía lingüística similar a la tan criticada mordaza padecida en otras épocas.

Se ha confundido la petición de libertad de elección con una agresión al idioma cooficial, sin pensar en el alumno y su desarrollo académico, que al final es la pieza fundamental en el proceso educativo.

Siempre se habla de Cataluña cuando se toca este tema, pero aquí, en la Comunidad Valenciana, como en tantas otras, tampoco puedes elegir estudiar solo en castellano por más que a los políticos se les llene la boca de lo contrario, salvo en alguna zona muy concreta del territorio autonómico donde nunca se habló en otra cosa.

En este tema se llega a situaciones tan absurdas como la que voy a relatar.

Cuando un alumno aterriza en un colegio público o concertado de la ciudad de Valencia proveniente de un centro extranjero (inglés, francés, alemán…) o simplemente de otro lugar distinto a la CCVV no habiendo por tanto cursado valenciano hasta esa fecha, se ve obligado a dar la asignatura en el nivel del curso en que se incorpora, aunque no tenga ni idea. No es difícil suponer la dificultad que ese alumno tendrá para adaptarse en todo el currículo en general, y es esa materia en particular. Solo en el caso de que el traslado de expediente se realice en el último curso del ciclo, p.e. en el caso de la ESO en 4º, podrá estar exento de examinarse de un idioma incomprensible para el recién llegado, previa solicitud a la instancia pertinente, y también quedará exento de su examen en la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad) de la asignatura de valenciano, aunque si será obligatoria la asistencia a clase. Bien, un poco de coherencia, al menos en este extremo prima el sentido común.

Pero esa lógica aplicada se pierde con rapidez cuando el alumno tiene problemas en ese nuevo curso al que se ha incoporado, vamos, cuando más comprensión necesita.

Si ese alumno, por el cambio de colegio, de currículo, idioma, ambiente o la razón que sea, no se adapta y repite curso, la ley le obligará, ahora sí, a examinarse de aquello de lo que en ese mismo curso el año anterior estuvo exento, como si en ese año de inadaptación la ciencia infusa le hubiera dado nuevos conocimientos para aprender los fundamentos del valenciano. Se le examinará del nivel propio de 4º de la ESO como si lo hubiera estudiado desde pequeñito. Da igual que recurras la decisión, no se tendrán en cuenta los argumentos que esgrimas: la ley solo permite la exención un año, aunque en el siguiente se repita idéntico curso y las condiciones de partida sigan siendo las mismas ignorancia total de un idioma que nunca estudió, y además perderá la exención concedida el año anterior para no examinarse en el PAU garantizándole, salvo casos excepcionales, un suspenso seguro y empeorando las posibilidades de elegir la carrera que prefiera. Su futuro pendiente de un idioma que tal vez no llegue a usar jamás y que él no eligió; salvo que se mude de Comunidad Autónoma a una que no sea bilingüe o se matricule en un colegio privado.

Seguramente a muchos esto les parecerá lo justo, una especie de revancha por los tiempos en los que no exisitía la posiblidad de estudiar en la lengua propia; a mí no. Los padres en general y en casos como el que describo en particular, deberían poder elegir que sus hijos estudien en la lengua oficial del país en que viven, y si hay dos, en la que ellos elijan; y las leyes no deberían ir en contra de la adaptación de los alumnos, pero en este mundo en que vivimos las reivindicaciones y la política para muchos están por encima de las personas. Sobre todo para los políticos.

Espero que nadie se lo tome a mal, pero es como lo veo y espero que esto cambie algún día.


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