Navidad 2014

Este pobre rincón de reflexiones y tonterías varias lleva unos meses al ralentí ―iba a decir que como como su autora, pero la autora lo que va es demasiado acelerada a pesar de sus buenas intencionespero en estas fechas no quería dejar de escribir lo que siento y recordar a los que tantas veces han pasado por aquí.

La verdad es que verme en la obligación de cerrar los comentarios, por culpa del ataque continuo de spam que sufro, me desmotivó bastante. Un blog sin comentarios es como hablar ante un precipicio, aunque pase alguien y te escuche. Esa falta de respuesta es como el vacío. Y, como el problema no se ha resuelto ni se resolverá, sigo sin poder habilitarlos aunque de vez en cuando alguien me contesta al email disponible en la página. Si a esa falta de comunicación se le une la de tiempo y el exceso de preocupaciones, el resultado es el que puede verse: una entrada de blog al mes.

Además, me cuesta sentarme a escribir. Este blog no es literatura, es un trocito de mi alma, y mi alma no está muy presentable de un tiempo a esta parte. Prefiero no desnudarla que, aunque en Valencia el tiempo es envidiable, se resfría.

Tampoco las fechas ayudan. La Navidad dejó de ser para mí lo que era hace diez años. Ahora son unos días más, unos días en que todos vamos corriendo, comemos demasiado, descansamos poco y gastamos lo que no debemos. Eso sí, con mucho cariño. Por suerte tengo muchos compromisos y creo poder decir que todos ellos deseados, gratificantes; en realidad compromisos que no son tales sino más bien regalos en forma de tiempo compartido con los amigos y con la diminuta familia casi diría nanofamilia que me queda. Y es que cuando la familia mengua los amigos se convierten en una segunda familia, y como en ella tengo amigos que me cuidan y protegen, amigos que casi no veo pero no olvido, conocidos que, como un pariente lejano, no sé muy bien por qué me llega su cariño con tanta fuerza; y seguro habrá alguno también, como sucede con la familia, en quien confío y en realidad me está haciendo un traje, pero seguro que son minoría y, además, no pienso en ello.

De estos últimos años en que he perdido tanto, tal vez lo que más he ganado ha sido eso, amistad. Amistad de la buena. Con unos muy intensa, con otros tal vez más superficial porque es imposible intimar con todo el mundo, pero todos me han dado mucho. Palabras de ánimo, de cariño, sonrisas, apoyo, confianza, fe en mi trabajo, diversión, consuelo, confidencias… Quiero pensar que yo también se lo he aportado a ellos. Como dice mi tía Fina, una mujer a la que quiero y admiro profundamente y que se siente más amiga mía que familia, a los amigos los elegimos, la familia y los compañeros de trabajo nos vienen impuestos.

Así que mi mejor regalo en 2014, y no solo en estas navidades, ha sido la AMISTAD ―a la que ya dediqué una entrada en el blog, ya sea sólida, diminuta, entregada, lejana, íntima, literaria, profunda, añeja, reciente, virtual, controladora, académica, en la sombra, falleril, rijosa, gastronómica o espiritual.
A todos mis amigos, gracias por elegirme, y Feliz Navidad.



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