Feliz Navidad 2015

Por fin puedo sentarme a escribir, a pesar del día que es, pero es lo que tiene cocinar la víspera: que el mismo día de Nochebuena se encuentra un hueco. Ha sido una semana de vértigo. El 17, como anuncié, presenté Yo que tanto te quiero. Era una presentación diferente, por muchas razones: cambiaba de escenario, mi implicación en la publicación de este libro ha sido mucho mayor, por primera vez en tantos años contaba con el apoyo del editor en el acto, que se desplazó desde Madrid para acompañarme (Francisco Gallego, gracias) y mi situación personal era totalmente diferente.

Acudí
como siempre, nerviosa, eso no cambia. Da igual las presentaciones que haga, siempre me puede la incertidumbre, si vendrá gente, qué dirán los presentadores, como saldrá todo, que pasará a partir de ahí con el libro y, en esta ocasión, hasta qué diría yo porque no me había preparado nada.

Llegamos pronto. Por allí iba y venía María Vicenta Porcar (Directora y presentadora de Pegando la Hebra) con su habitual ímpetu y eficacia en las situaciones de estrés. Ángeles Pavía (del equipo de Pegando la Hebra) llegó casi a la vez que yo y resolutiva como es enseguida se puso a organizarlo todo. Celia Corrons (también del equipo titular de Pegando la Hebra) llegó algo más tarde, impresionante, cámara en ristre como es habitual para reflejar hasta el mínimo sentimiento y mi siamesa, Marina Lomar (escritora y colaboradora de Pegando la Hebra), se mimetizó con la trilogía y tocada de pamela hizo las veces de anfitriona, animadora y cajera. Mientras, la familia iba y venía saludando, acomodando, colocando libros y obedeciendo las instrucciones de unos y otros.

En definitiva, la que menos tenía que hacer era yo que solo me quedaba saludar y esperar la llegada de los presentadores. Primero lo hizo Sebastián Roa. Traté de descifrar por su gesto si la novela le había gustado. Nunca dice nada antes de la presentación y me tiene hasta ese día con el estómago encogido. Una sonrisa discreta, como lo es él, me dejó entrever que le había gustado. Respiré aliviada y contenta. Félix  Crespo llego tocando la campana, cuando mis nervios ya buscaban el móvil para llamarlo y Cris Blasco y Roberto Capella llevaban unos minutos deleitándonos con canciones de los ochenta. Luisa Gavasa ―recientemente nominada a los Goya y los Feroz, y lo que te rondaré morena, por su papel en La Novia― y Tonino Guitián seguían escondidos revisando los textos que iban a interpretar segundos después y María Vicenta tuvo que ir a pescarlos de entre bambalinas para comenzar. Pues ya estábamos todos. A pesar de la fecha, plagada de cenas navideñas, vino mucha gente aunque no tanta como la vez anterior en que tuvimos que cambiar de sala por problemas de aforo, pero, a pesar de las casi doscientas personas, en cuanto el acto comenzó se produjo el efecto mágico de estar sentados a una mesa camilla con unos pocos amigos, íntimos y queridos, con los que charlar en confianza.

Me sorprendieron los presentadores ―creo que también a los asistentes― por  las comparaciones que hicieron. Crespo me comparó con la Constitución española: madura, necesaria, interesante y mejorable, como todo en esta vida. Insistió mucho en lo de mejorable, ayayay, así que tomo nota. Y Roa comparó mi novela con Star Wars… Y convenció con su alegato. Espero poder subir pronto la grabación para quienes sientan curiosidad. Dos comparaciones que nunca pensé que pudieran hacerse y que fueron de lo más comentado de la noche.
Entre uno y otro, María Vicenta daba paso a Tonino y Luisa Gavasa ―en alguna escena acompañados por Cris Blasco o la propia Porcar para cubrir todos los personajes― y nos trasladaban a otra época y otro lugar interpretando escenas de la novela. La luz tenue, las voces de terciopelo, el piano de fondo…


Cris Blasco cantó Every braith  you take de Police y la carne se me puso de gallina. El público escuchaba absorto, emocionado, cómplice. Mi corazón iba a mil, de emoción, de agradecimiento ―tanta gente buena ayudándome en este proyecto, tanto cariño en la sala― y de nervios porque llegaba el momento de hablar, no de mi nueva novela, sino del fin de una etapa, de un proyecto inmenso y difícil que ha durado nueve años desde que lo comencé en 2006. Me costaba tragar saliva y vacié la botella de agua antes de empezar a hablar. Por fortuna el estrés siempre me vuelve locuaz y conseguí arrancar y explicar lo que para mí ha sido esta trilogía que por fin termina con «Yo que tanto te quiero» pero que también podría empezar con ella en un bucle sin fin. Conté anécdotas, reímos, me emocioné, lloramos y de nuevo me vi desbordada por el cariño de la gente en un acto con un ambiente eléctrico.
No me extenderé más, es Nochebuena y no es el día, pero dejaré este vídeo que hizo Celia Corrons, captadora de emociones como nadie, que refleja muy bien lo que fue ese día:


y mi felicitación de Navidad para todos vosotros.



Ah, y como dice la fantástica Mercedes Gallego, SÉ QUE TODAVÍA NO ME HAS LEÍDO, Y LO SABES, así que aprovecha estas navidades para remediarlo ;).

No hay comentarios

Escribe un comentario