08 Nov Crónica de la DANA. 3 de noviembre 2024.
Otro día en la zona cero. Íbamos a Benetúser. Una amiga lo ha perdido todo. Vivía en un bajo donde el agua subió a 1,20m. Era su casa y parte de su lugar de trabajo. Embarazada con dos hijos. Su pareja, los niños y ella tuvieron que subirse a la terraza para huir del agua. Pasaron la noche a oscuras, tirados en el suelo sobre dos colchones deshinchados que les dejó una vecina. Distrajeron a los niños como pudieron hasta que se durmieron. Hasta el medio día siguiente no pudieron bajar para verificar lo que ya sabían: no quedaba nada. Una familia, un caso. 320.000 personas así. Salieron con lo puesto a casa de familiares sin querer mirar atrás. Pero en algún momento había que hacerlo: volver y mirar.
Llegar fue una odisea. El tráfico que rodea la zona se ha quintuplicado. No se puede acceder, parte de la circunvalación tampoco funciona y la única vía de paso, la avenida de Tres Cruces y su prolongación, Avda. Tomás Sala, se congestiona. No sabíamos si nos dejarían pasar. La policía local nos paró y nos pidió la documentación. ¿Qué documentación, si salió con lo puesto? Diez minutos dando explicaciones de por qué teníamos que llegar a Benetúser. El de la local, siento decirlo, muy chulo y oliendo a carajillo que tumbaba, y nosotras con perfil bajo, intentando que entendiera la situación. Conseguimos pasar después de muchos minutos obstruyendo el tráfico, tras un magnánimo «que le hagan un salvoconducto, que a la próxima no pasan». Claro, irá al bonito ayuntamiento de Benetúser, arrasado, a pedir un justificante en papel verjurado y timbrado. Ganas de llorar. Paramos en la rotonda de entrada al pueblo. Allí descargamos los bártulos, cambiamos las zapatillas por botas de agua y echamos a andar por la pasta pegajosa hacia su calle.
De nuevo, como en los dos días anteriores, un único camión militar en todo el trayecto. En la rotonda, como en el cruce de la Avda. Tomás sala, un grupo numeroso de policías locales, estos sin mucho que hacer.
Calles intransitables, muebles, basura… Todavía sacaban enseres de muchos domicilios. Los garajes, tan inundados como el primer día. Pero oliendo mucho peor. A pesar de llevar la mascarilla FP2 el hedor era insoportable. Sorprende la poca maquinaria pesada para despejar las calles, y la que hay, privada. La solidaridad, palpable.
La casa estaba ya casi vacía gracias a otros amigos que fueron la víspera. Pasamos unas horas quitando el barro que quedaba. Tras salir a vaciar el cubo un par de veces, unos chicos que limpiaban la casa de enfrente nos ofrecieron su ayuda. Pensamos que eran sus vecinos, pero no, eran voluntarios venidos de fuera. Una gran ayuda porque había que sacar una nevera grande. La nevera todavía con comida (ahorro detalles, pero daba arcadas), que vaciamos para llevar al punto sucio porque eso no podía dejarse en cualquier lado.
Cuando acabamos allí, yo regresé y mis compañeras, Maricarmen y Sofía siguieron. No tardaron en encontrar otras casas en las que seguir quitando barro. La situación había cambiado poco. La sensación de abandono indigna hasta el punto de que la gente no se calla, ya no susurra: grita. Se sienten abandonados y en gran medida lo están. Esperaban un desembarco de equipos de rescate, como se vieron en otros desastres como en Lorca, Bilbao o La Palma, pero a sus calles solo llegan oleadas de voluntarios, para bien y para mal. Los nervios están tensos y los altercados entre vecinos no son raros. ¿Y les extraña que los recibieran a gritos? ¿A palos? No hacía falta organizar a nadie, la rabia se desborda y fluye como fluyó el barro, el agua, las cañas…
Otra cosa que sorprende, el tsunami de cañas por todas partes. La naturaleza ha decidido limpiar los cauces por sus medios y a barrido todo lo que ha encontrado a su paso.
Todos nos preguntamos por qué no llega el ejercito a saco, no a poquitos. Tornarem.
Javi Huertas
Escrito a las 20:28h, 08 noviembreTodo admiración. Mucha fuerza y gracias por compartir tu mirada y tu experiencia. Cuanto dolor estarás viendo y sufriendo. Un fuerte abrazo!!!
Marta Querol
Escrito a las 20:34h, 08 noviembreMuchas impotencia. Dolor el de los afectados, es difícil transmitir la envergadura de esto. Gracias por leer y comentar. Y por tu apoyo y empatía.