Las guerras de Elena nació como consecuencia de la complejidad de El final del ave Fénix. Conforme avanzaba en la primera novela, la trama crecía, las ideas se amontonaban y se hizo necesario dividir la historia.

De ahí surgió esta novela. Pero mi intención ha sido que las tres partes de esta trilogía puedan leerse de forma independiente. No es una secuela al uso, no se inicia al terminar la novela anterior, ya que como saben los que leyeron El final de ave Fénix, aquella novela concluye, se cierra. En esta nueva entrega ocurre como con algunas películas (la saga de La guerra de las Galaxias o El padrino): Las guerras de Elena se inicia en una tarde de junio de 1968, un día vital en el devenir de Elena, Carlos y Verónica, los tres pilares de la novela, y en consecuencia también de Lucía, testigo casi mudo de los acontecimientos. Y terminará en 1976 con otros hechos cruciales en la vida de los protagonistas.

Fue un trabajo difícil, sobre todo en la primera parte por la necesidad de meterse en la mente de los personajes y sentir como ellos en unas escenas de gran tensión emocional y psicológica, pero sin perder las riendas del texto para evitar un exceso de emotividad. He huido de repetir esquemas o situaciones, y me he adentrado en terrenos nuevos para mí (en realidad casi todo es nuevo para mí), como es la intriga policial y la social.

El resultado lo juzgarán los lectores, yo solo espero que disfruten con esta nueva historia tanto como yo he disfrutado escribiéndola, y quieran seguir con la tercera y última entrega.

Marta Querol