10 Nov Lo que las RRSS no cuentan sobre lo que está pasando
Esta entrada es un poco diferente. Hay cosas generales que no he comentado y son aplicables a cada día, cosas importantes por el fuego cruzado que veo en RRSS. Está aflorando lo peor y lo mejor de cada uno. Como casi siempre, pero en este caso con el agravante de la tragedia que vivimos. Por eso quiero aclarar algunos comentarios que he leído:
- Son muchos los inmigrantes que están ayudando. Se habla mucho sobre si los chinos están haciendo su agosto. Desde que inicié las crónicas me propuse hablar solo de mi experiencia personal. El comercio que tengo cerca de mi casa no solo me ha dejado algunas cosas a precio de risa, sino que cada vez que voy me regala algo: cajas de mascarillas FFP3, gel hidroalcohólico, tuppers para envasar comida… Seguro que no soy la única agraciada con su generosidad. Ellos siguen en su tienda al pie del cañón, el matrimonio y su hijo adolescente, pero saben a dónde vamos y remueven cielo y tierra para conseguir lo que necesitamos para la zona 0. Encontrar algunas cosas, como haraganes, botas de agua, recogedores o palas, es casi tarea imposible. Muy agradecida.
Sobre otros colectivos, en las zonas afectadas he visto puestos de comida montados por sudamericanos. Uno estaba entre Alfafar y Sedaví con la bandera colombiana colgando de una mesa plegable y, en cuánto empezaron a descargar la furgo, se corrió la voz: «¡Ya están los del pollo!» Se hizo una cola tremenda. En otro ofrecían leche, galletas, agua. Se acercó una señora, dubitativa:
―¿Cuánto es?
―¡Nada! Llévelo, llévelo.
En el camino diario escuchas diferentes acentos, diferentes idiomas… Gente de bien con la intención de ayudar.
- No he mencionado en las crónicas anteriores una característica de las barriadas más afectadas. Entre las más devastadas hay muchos barrios gitanos, muy humildes y muchos de ellos son evangelistas. Han adecentado como han podido los bajos de sus iglesias para montar centros de abastecimiento ―muy bien organizados, por cierto―, para quien lo necesite.
- Hay una cara B, cierto. Sale sobre todo de noche y tiene a los vecinos aterrorizados. Se masca el miedo. Ya comenté lo que nos pasó en un barrio de Alfafar y lo que comentaban los vecinos. «Se nos están metiendo en las casas». Y sí, no eran autóctonos. Son una minoría, pero hay que poner medios para acabar con el pillaje.
- El papel de las Fallas. Desde fuera es difícil entender el tejido social y vertebrador que suponen. Están organizados, tienen experiencia (no hay catástrofe en la que no hayan ayudado) y son generosos. Casi 400 pequeñas células que se han movilizado para preparar comida en los casales; llevar paquetes; organizar grupos de limpieza; recoger dinero… Porque el dinero hace mucha falta y más que va a hacer. Más que productos, que ahora mismo hay mucho de todo. Para no distraer esfuerzos se suspendieron todas las actividades que ya estaban en pleno apogeo. Las Fallas no son sólo en marzo.
- Los rumores que ponen en duda las buenas noticias sobre el parking de Bonaire. El aparcamiento es, efectivamente, muy grande (una vez perdí el coche dentro), pero entre semana y a esas horas no suele haber demasiada afluencia. Y tiene muchas salidas. Es una bendición que no haya víctimas y entra en la lógica. No nos montemos películas. Son muchos los rumores de todo tipo que circulan, a mí me llegan de gente en primera línea y no doy pábulo a ninguno. Bastante mal está todo como para difundir informaciones que solo generan malestar y pueden no ser ciertas. Sólo hablo de lo que veo con mis propios ojos. Ojalá todo el mundo hiciera lo mismo, por muy buena que fuera la fuente.
- Hay un efecto colateral del que se habla poco: el psicológico. Pero no de los afectados por la riada, sino de quienes no han perdido nada. Sentimientos de culpa por no ayudar, por salir a cenar, por ir al cine o el teatro. Por reír, por cantar… Cuesta seguir con la propia vida, pero hay que hacerlo. Y no juzgar a nadie. Cada persona es un mundo y gestiona el dolor a su manera. Y se puede estar triste y reírte a carcajadas. Lo he contado en alguna entrada de mi blog, nunca agradeceré bastante a «Aquí no hay quién viva», las risas que nos echamos mi madre y yo en el hospital cuando esperábamos a la Parca. No puedes estar doliente 24/7. No tiene por qué ir todo quisqui a ayudar. No sé es mejor ni peor por ir o no ir. Lo único reprobable es el que pone la zancadilla, el que va a ver qué saca, quien mal mete y genera más tensión. Esos que ven en tamaña tragedia «su momento». Basura pura.
- Las críticas a los que se hacen selfies en medio de la tragedia. Como en el párrafo anterior, no se puede juzgar a nadie. En este ecosistema de destrucción las emociones están efervescentes. Lloras, te ríes, te cabreas… Y muchos momentos quieres guardarlos, no olvidarlos, dejar muestra de una jornada digna, de la sonrisa de alguien a quién le has alegrado el día. Desde fuera, sentado en tu sofá, te puede parecer una frivolidad, pero esto hay que vivirlo para entenderlo. Yo no quiero olvidar nada de lo que estamos viviendo. Hago pocas fotos porque es difícil hacerlas, y me revienta. Pero las hago. Y las haré. A mi manera. Y otros a la suya. Y está bien.
Yo pediría que, si no vais a hacer o decir algo que ayude a mejorar la situación, no lo hagas o digas. Lo mismo que en el día a día, pero multiplicado por mil. ¿Vale?
Julio González Alonso
Escrito a las 15:03h, 10 noviembreTe agradezco, Marta, la sinceridad y la honestidad con que das testimonio de esta tragedia y todo lo que la envuelve. Es una gran ayuda para los desconcertados testigos que, desde lejos, vemos y vivimos esta situación dramática, y me causan repulsión los comentarios, noticias falsas y opiniones que pretenden su momento de gloria o hacer daño. Una vez más, gracias. Y suerte.
Marta Querol
Escrito a las 19:21h, 10 noviembreMuchas gracias por tus palabras. Intento hacer llegar lo que pasa lo mejor que sé. Un abrazo.
Noguera
Escrito a las 22:10h, 10 noviembreMarta
Mi hermana y yo estuvimos intentando ayudar más allá de llevar cosas a puntos de recogida pero no nos fue fácil, por fin ayer sábado decidimos ir desde ruzafa andando a la torre y pudimos hacer cosas productivas, estar de espectadoras nos consumía y fue muy gratificante ver de cerca la solidaridad de la gente y colaborar con los puestos instalados dentro y fuera de la iglesia, mañana volveremos, hay que arrimar el hombro, son nuestros vecinos.
Marta Querol
Escrito a las 23:18h, 10 noviembreMuy cierto lo que dices. Precisamente en la entrada que estoy escribiendo sobre el noveno día después de la DANA hago mención a La Torre como uno de los lugares mejor gestionados que he visto. Muchas gracias por la labor que estáis haciendo y por pasarte por mi blog.