La ley de la selva (Amazónica)

Después de leer en la prensa la indignación de los libreros de la Feria del Libro de Madrid con Amazon, y los calificativos que le dedicaban (verdugo sin ir más lejos), no he podido evitar hacer un par de reflexiones sobre este espinoso tema que me gustaría compartir.

No les falta razón al expresar sus temores y la situación actual no creo que sea la ideal para nadie  La llegada de Amazon con su política de precios y la ausencia de barreras para publicar, ha provocado una revolución en el sector editorial que los tiene muy nerviosos. Amazon, como su nombre indica, es una selva en la que no gana el más fuerte sino el más barato –con el peligro que eso conlleva-, siempre que los lectores lo avalen. Porque no nos engañemos, no todos triunfan por baratos que aparezcan, ni todo lo que se publica reúne unas condiciones mínimas para ser leído.

Esto no sería problema si los precios se hubieran mantenido dentro de un orden, pero son muchas las circunstancias que han llevado a que las novelas tengan precios por debajo del euro, algo que, salta a la vista, no da de comer a nadie y tiene a los libreros descompuestos. Y en algunas de esas circunstancias el propio sector editorial tiene su parte de responsabilidad porque como suele decirse, entre todos la matamos y ella sola se murió; salvo que le pongamos remedio.

De esa cadena de valor, durante mucho tiempo, el autor del que pende el negocio es el que menos ha percibido. Y a los demás factores les ha parecido perfecto. Ha sido el único sin información fiable, sin poder de actuación respecto a si su libro está o no en las estanterías, y de hecho es el único que no vive de ello salvo contadas excepciones. Me dirán que eso pasa también con las materias primas, pero al menos el que vende naranjas sabe cuantas vende, y en cualquier caso eso tampoco es justo ―nos contaba un conocido que por 124.000 kilos de mandarinas le habían pagado 700€; así estamos. Y además llegar a publicar por esa vía se ha convertido en un milagro para los que aún no están dentro de la rueda. Con Amazon se abrió una vía alternativa cuando las demás fallan o se vuelven impermeables y allí se han refugiado muchos autores como solución a sus problemas de distinto tipo, desde la falta de editorial a la mala distribución pasando por el impago de liquidaciones.

Una cosa curiosa es que, con la llegada de Amazon, el tema de la piratería ha perdido fuelle en los medios de comunicación y Amazon se ha convertido en la nueva bestia parda, tanto para los libreros como para los autores contrarios al formato digital, que entre los consagrados hay muchos. Y es que es evidente que con esos precios la gente no piratea, aunque los libros conocidos siguen caros y el que los quiera leer a otro precio se los descargará por vías non sanctas. Pero la cuestión es que con tanto barato para leer y, mal que le pese a alguno, con tanto bueno y variado, ya son muchos los que tienen menos necesidad de descargarse un determinado título porque tienen muchísimo donde elegir y lo hacen con el precio como factor importante aunque no único. Una prueba de ello es que son muy pocos los títulos conocidos que aparecen entre los Top20 de Amazon, y cuando lo hacen es porque están de oferta. Es matemático, de repente ves el ascenso fulgurante de una obra de un autor conocido, y solo tienes que mirar el precio para darte cuenta de por qué ha llegado ahí. Mientras se mantiene por encima de los 5€ que es lo habitual para esos títulos, no pasan de la segunda página ―como siempre, habrá excepciones, y algunas que han tenido un gran éxito en papel no consiguen ni entrar en el Top100. Un ejemplo, «El juego del ángel», de Zafón, estaba en el puesto 174 (23/05/12 18:51) a 9,49€; si estuviera a 3€ barrería.

Así, el enemigo de los autores consagrados ya no es solo la piratería (aunque imagino que seguirá), sino el resto de autores que han puesto sus obras al alcance de los lectores a precios de ganga y muchos de los cuales han abierto brecha con ventas por encima de los 10.000 ejemplares en pocos meses.

Esto, algunos lo han explicado diciendo que los lectores de ebooks son «diferentes» ―léase de menor categoría o nivel cultural a los que leen en papel. Se equivocan, en su gran mayoría son los mismos, pero la mayoría de los lectores de ebooks no están dispuestos a pagar lo que esos autores (o más bien sus editoriales) están pidiendo por un libro digital. Algunos lectores tampoco están dispuesto ya a pagar lo que se pide por los libros en papel; la crisis afecta a todos. Es posible que esas obras consagradas no avancen en la lista (solo valoro las listas como indicativo de la aceptación de los lectores, un equivalente al número de ediciones) porque muchas de ellas han agotado el filón en la edición de papel cuando son subidas a internet, pero sabemos que cuando bajan de precio vuelven al número uno.
Parece que la conclusión sea que para llegar al deseado número uno en Amazon haya que tirar la casa por la ventana.
Ahora cuando escribo, de las novelas que están en el Top20 (primera página de Amazon), diez están por debajo de 1€, tres por debajo de 1,5€, dos por debajo de 3€ (ya son 15 de 20) y el resto cuando subieron (y es por lo que aún están ahí) lo hicieron a un precio de oferta y no al que ahora muestran, salvo dos. Pero, ¿es culpa de Amazon?

Para empezar, han sido los autores, muchos (entre los que me incluyo) los que hemos entrado en ese juego. ¿Quién fue el primero? Lo ignoro, imagino que sería en USA y que algunos de ellos serán los famosos John Locke o Amanda Hocking que vendieron el millón de ejemplares. Con ese señuelo entraron muchos a ver si se repetía la hazaña, como si fuera algo fácil, y el modelo se ha repetido en otros países.

Y no es fácil que se repita, eso pasa pocas veces aun habiendo ejemplos muy destacados entre los escritores de habla hispana. Pero se abrió la veda y ahora mismo un libro a 3€ es caro en Amazon (o en cualquier otra plataforma). Muchos de esos autores no tenían (teníamos) otra alternativa que entrar en el juego, como he explicado en otras entradas (Una nueva Amazon-a,  LUL-4:Autopublicar es pecado (mortal), Balance literario). Ni les publicaría una editorial, ni una vez en Amazon y siendo desconocidos se aventuraría nadie a pagar 6€, o 3€ o incluso 1,5€, por leerles. Es triste pero es así. «El final del ave Fénix» estuvo tres semanas en el número uno a partir de la promoción que hice a 0,99€ después de un mes y pico en el Top100. Habrá a quien le guste y a quien no, quien piense que es buena o que es mala, pero lo objetivo y no opinable es que dos editoriales la publicaron en papel y va a hacerlo una tercera, y sea más o menos aval de nada, quedó finalista en un premio importante. Fue subirla a 1,77€ y descendió al puesto número 7 en horas y ya fue oscilando en esa primera página como un yo-yo. ¿Susto o muerte? Elegimos susto. Y quien no juega a ese juego, no existe, y llegan a existir muy pocos (hay 33.000 títulos y creciendo). Tampoco es un espejismo, es la forma que tiene el que se está abriendo camino de luchar con los dinosaurios, la honda de David contra Goliat, siendo la recompensa los nuevos lectores, tal vez un buen pellizco si la cosa sale muy bien y que se fije una editorial, y todo eso es real.

Lo deseable sería llegar a una situación más racional y justa para todos, con los libros no olvidemos que es el trabajo de años de un autor, aunque se descargue en un click― a precios dignos, que recompensasen el esfuerzo creativo del escritor y la inversión de la editorial cuando la haya, sin ser abusivo para los lectores. Pero mientras que para llegar al número uno sea necesario estar por debajo del euro (o de 3€ para autores consagrados), la cosa no tendrá arreglo, y eso solo depende de los lectores que son los que deciden qué comprar, y hasta ahora tampoco se arriesgan por 3€ o 5€, aun pudiendo devolverlo. Veremos como evoluciona y va a ser cosa de todos, sector, lectores y escritores.

 

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