En esta semana y a cuenta de una pequeña anécdota me he llevado dos disgustos tontos. Por un lado he sido consciente de que los años no pasan en balde, y por otro de lo fácil que es estafar a la gente.Con la mejor voluntad del mundo y una inocencia pasmosa para la edad que ya tiene, mi hija me salió con que había encontrado en internet un remedio estupendo para las arrugas. Si, para esos surcos que te salen en la cara con el paso de los años y...

Se acaba el año y, con franqueza, si escribo lo que me pide el cuerpo os pringo a todos. Así que contendré mis impulsos e intentaré hacer un balance más o menos positivo. No soy amiga de airear temas personales, pero solo diré que no ha sido el mejor año de mi vida. Tampoco el peor, que a estas alturas ya he pasado mucho, pero sí lo suficientemente malo como para que permanezca en la memoria a pesar de lo que me gustaría olvidarlo. Por otro lado me ha ayudado a...

Hace un rato he vuelto de la presentación del libro «El último barco a América» de Paco López Mengual,  un tipo encantador, y me decía a mí misma que no entiendo por qué  la gente tiene esa visión gris y aburrida de las presentaciones de libros, porque yo me lo paso fenomenal y por las caras que veía de todos los que han acudido hoy, ellos  también. Incluso algún despistado que estaba allí leyendo sin saber qué iba a acontecer, ha preferido dejar su libro ―como él mismo nos ha...

Un tema vidrioso en este país es el de los premios literarios. Recuerdo cuando terminé mi primera novela y por los comentarios de unos y otros empecé a considerar la posibilidad de publicarla. Sin conocer a nadie en este mundillo se me antojaba un imposible, y como muchos otros autores noveles antes y después que yo, me decidí a enviarla a un premio, el primero que se convocaba en el calendario tras tomar aquella insensata decisión. Pues de eso quiero hablar, de lo que parecen catapultas literarias y pueden ser sepulturas.En...

Con el artículo que incluyo más abajo me despedía de mi colaboración de casi cuatro años con el periódico valenciano Las Provincias. En él, además de dar las gracias sinceras tanto a los lectores como al propio periódico por lo mucho que he aprendido y disfrutado en estos años, dejaba claros los motivos para no continuar con ello. Y, por supuesto, los motivos no son ni la pereza ni la falta de ganas de escribir, aunque reconozco que la obligación semanal a veces me pesó y me supuso un esfuerzo...