02 Ene ¡A por el 2024!
Este año me ha pillado el toro para hacer balance, y es que el último trimestre de 2023 explotó como una mascletá. Quien haya vivido una sabe a qué me refiero. El terratremol iniciado a final de noviembre ha sido brutal, en lo bueno y en lo malo. Difícil de describir, aunque lo intentaré.
Releía el balance de 2022 y me da tristeza pensar lo poco que ha cambiado 2023 en algunas cosas. De hecho, varias han ido a peor. Tal vez me de para escribir una historia interesante.
Algún tema se ha cerrado; mal, pero bien, porque al menos hay silencio de fondo, se recogió parte de la basura derramada y siento algo más de tranquilidad, a pesar de que el resultado no haya sido el esperado. Queda alguna puerta abierta, en estudio, y, además, el tiempo ha abierto los ojos a muchos, aunque el orgullo, la soberbia, el corporativismo o lo que sea no les permita reconocerlo con claridad. Lo peor de este episodio ha venido de mis propias filas, y no por sospechado ha sido menos duro de asimilar. Pero, al menos, las cartas están sobre la mesa, puedo cerrar capítulo y evitar daños futuros.
Pero vamos a lo positivo, porque ha habido mucho. En 2023 he vivido experiencias increíbles. Conforme cumples años, cada vez se hace más difícil hacer algo por primera vez, encontrar nuevos amigos valiosos, hacer cosas que te sorprendan. Y he tenido de todo esto en cantidad.
Tal vez los dos hitos que han marcado el año han sido el viaje a la India y acudir a la FIL de Guadalajara como autora.
Para los dos me costó decidirme. El de la India era un viaje largo en días y distancia, viajábamos ocho mujeres solas, conocía solo a dos… He viajado mucho en esta vida, mucho, pero sigue quedando mucho por descubrir, y la India era una de mis asignaturas pendientes. Tenía que llegar el momento adecuado y ha sido este año. No solo disfruté de un país maravilloso, del que debería haber hecho una entrada solo para explicar lo inexplicable, sino que amplié ese círculo mágico de amigos con nuevas mujeres fuertes, viajeras incansables, locuelas y divertidas, con las que ya son muchos más los encuentros atesorados y los que seguro vendrán.
No sé si a alguien más le pasa, en determinadas situaciones o ante algunos estímulos, los sentidos me explotan. Como si reventara por dentro de emoción, de alegría, de fuerza, de calor. Todo el viaje fue maravilloso, pero hubo un par de momentos que pulsaron ese botón escondido que hace que las lágrimas se desborden sin razón aparente y que no seas capaz de controlar lo que sientes, como si te arrastrara un huracán de emociones. Me pasa con algunas canciones, como la que escucho ahora mientras escribo —Ain’t no mountain high enough—, y me pasa cuando vivo algo muy intenso, que me supera. En la India hubo varios de esos momentos. La luz, el colorido, la gente, los olores, la música… En Amristar me desbordé cuando salíamos del Templo. Desde la misma entrada comenzó ese hormigueo que acelera la sangre en el organismo, cuando, avisadas por Amardjee, avanzamos con la mirada baja para levantar la vista solo al alcanzar la parte alta de la escalera y ver el templo duplicado en el estanque que lo bordea. Creció durante la visita al templo y a las instalaciones para los peregrinos. Pasillos llenos de gente esperando para comer, ordenados, felices, sin prisa.. Y se hizo incontenible cuando nos invitaron a sentarnos a hacer pan para dar de comer a esos mismos peregrinos que acabábamos de ver formar hileras en el suelo con su bandeja reluciente a la espera de un cacillo de lentejas.
Parte del éxito de la experiencia fue el grupo. Ocho locas incasables, adaptables, moldeables, muy diferentes pero complementarias y con ganas de vivir, con las que ya han sido muchas otras las aventuras.
El otro hito ha sido el viaje a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Como decía, también dudé si valdría la pena ir. No es como las habituales que se celebran aquí en muchas ciudades, es una feria enfocada a profesionales, aunque abre algunos días al público, pero cuando la Editorial Sargantana me lo propuso pensé que era una de esas vivencias que no me quería perder. Como siempre digo, soy disfrutona y eso haría, disfrutarla. Allá que me fui.
Amanecer viendo un lugar tan emblemático en el mundo de la literatura en castellano fue brutal. Casi como ver el Taj-Mahal. Imagino que a mis compañeros de editorial, Mónica Molner, Jordi Peidró, Mario Caballero y Enrique Vaqué, traspasar aquellas puertas les supondría algo parecido.
Si digo que superó mis expectativas, me quedo corta. Me desbordó en todo: en su dimensión, en la variedad de actividades, en la afluencia de público —pagan para entrar, hay excursiones en autobús a pasar el día en la feria comprando libros y la afluencia fue de más de 850 000 visitantes—, en el cariño de la gente, en la receptividad ante mi obra… Ha sido una de las experiencias más impactante de mi carrera literaria.
Después de asistir a la gala del Premio Planeta —esa a la que, según dice alguno, nunca fui—, que para una escritora novel era algo inimaginable y marcó mi futuro, el viaje a la FIL pasa a ser el siguiente hito en relevancia, con unos efectos similares al anterior. Al igual que en aquel lejano día de 2007, en Guadalajara me sentí diminuta, abrumada por la cantidad de libros y autores, por la dimensión de las editoriales que se veía reflejada en los stands. Es algo que siempre tienes presente, al menos yo lo tengo, pero allí es una bofetada descomunal: es un milagro que un lector escoja tu libro entre todo ese maremágnum.
Por ello, también me sentí privilegiada, un poco como en 2007, preguntándome cómo había llegado hasta aquí, sin contactos, sin padrinos, sin ayuda, con tantos tropiezos y zancadillas… allí estaba.
La experiencia ya no me la tendrán que contar. Se vendieron todos los ejemplares de El infiltrado que la editorial y la distribuidora —Grupo Editorial Neisa, que suministra a librerías Gandhi—, llevaron para el evento: casi 100 libros dedicados a personas maravillosas con las que además pude charlar de literatura, de su experiencia, de la vida. Gente sencilla y generosa que me dedicó su tiempo y que valoraban el trabajo de escribir. Con todos charlé, y de todos me he traído un gratísimo recuerdo. Algunos, al poco de mi regreso, me han contactado por RRSS para hacerme llegar sus comentarios. No puedo estar más agradecida a todos ellos.
Lo mismo puedo decir de los medios acreditados en la feria con los que tuve la suerte de coincidir y que me entrevistaran. Gracias a Noelia Zanón, compatriota, artista, luchadora y, en mi caso, mediadora de excepción, se me abrieron algunas puertas. La editorial también nos proporcionó entrevistas, y otras surgieron de forma espontánea; todos igual de amables, receptivos, sin prisa, con cariño. Regresé con sensaciones que hacía tiempo se habían apagado, con ganas de volver a mi lugar, con ilusión por el futuro. Con ese empujón de confianza conseguí terminar el nuevo giro de Días de Cristal que ya casi está lista para que vuelva a volar, después de una reflexión de casi doce meses.
Espero poder hacer algún día el mismo viaje con la trilogía de los Lamarc como protagonista, porque, aunque ya tienen años, sigo pensando que les queda mucho camino por recorrer.
Pero no todo tiene que ser grande y excepcional para proporcionar felicidad. Muchas otras experiencias han hecho este año especial. Arrancamos el club de lectura de la AECC en Valencia. Empezó con pasos vacilantes, pero ha tomado velocidad de crucero y el número de participantes aumenta a cada nuevo libro. Cada sesión me enriquece y aprendo cosas nuevas. De la lectura y de la vida.
Otra iniciativa destacable de este año ha sido la emprendida junto a Enrique Vaqué y Francisco López Porcal. Lanzamos la plataforma Valencia, ciudad literaria, con una interesante avanzadilla en el Ateneo de Madrid que, además, me permitió visitar a buenos amigos en la capital.
Como anécdota divertida, el 2023 ,e deja la sorpresa de aparecer en el biopic sobre Miguel Bosé. Cuando lo estrenaron varios amigos me enviaron mensajes para preguntar si era yo. Pensé que era una inocentada.
Y el año acabó con un entrañable viaje a Barcelona en el que, además de disfrutar de Turandot en el Liceo con la mejor compañía, y de visitar Les llums de Sant Pau —un espectáculo de luz digno de cuento de hadas— viví una experiencia nueva para mí: recorrer las calles iluminadas de Barcelona en una moto con sidecar. Parecerá una tontería, pero disfruté como una niña. Una experiencia muy recomendable de la mano de Angie y Deme —podéis encontrarlos en su Instagram—. Fue como ponerle el lazo final a este año difícil y traicionero, un toque mágico para borrar lo malo y dejar lo bueno.
Espero recuperar en 2024 el tiempo y la ilusión perdidos en estos años pasados, olvidar, empezar algo nuevo, vivir experiencias, disfrutar de mi familia y tener salud y energía para tanto como quiero hacer. Y, a toda la buena gente que me ha seguido y me apoya, les deseo lo mejor. Habéis sido una gran ayuda en esta travesía.
¡Vamos a por el 2024!
Martina
Escrito a las 06:05h, 04 eneroCuando suceden desastres, cosas malas, las ratas salen de las cloacas y algunas nos pillan por sorpresa. Pero también salen los que se partirían la cara por ti. Estupendo post. Me quedo con tu sonrisa y esa bonita foto en la que estás de fallera.
Un abrazo muy apretado.
Marta Querol
Escrito a las 16:18h, 04 eneroMuchísimas gracias, Martina. Vuestro apoyo ha conseguido que me sintiera menos sola en este camino. Y sí, he encontrado, por fortuna, mucha gente buena. Un abrazo grande.
Javi
Escrito a las 06:33h, 04 eneroMe alegra y reconforta tu positividad y esa extraordinaria manera de extraer con entusiasmo lo bueno que nos aporta la vida. Por cierto escribes bien hasta la lista de la compra, da gusto leerte sea lo que sea lo que quieras contar. Ah! A por un extraordinario 2024 !!!
Marta Querol
Escrito a las 16:21h, 04 eneroMuchas gracias, Javi. Siempre pongo el corazón cuando escribo. ¡Hasta en la lista de la compra 😂! Muchas gracias por leerme y por tu apoyo. ¡Feliz 2024!
Mayte Esteban
Escrito a las 08:28h, 04 eneroQuédate siempre con lo bueno, Marta. La vida es muy corta 😘😘
Marta Querol
Escrito a las 16:22h, 04 eneroEso hago, Mayte, y disfrutar a tope de lo que se me presenta. Un abrazo grande y muchos éxitos en este 2024. 😘
Víctor Fernández Correas
Escrito a las 09:40h, 04 enero2024 irá mejor. Cuídate mucho. Un beso.
Marta Querol
Escrito a las 16:23h, 04 eneroMuchas gracias, compañero, y muchísimos éxitos para ese 2024. A ver si la inocentada se hace realidad 😉😘
Marga
Escrito a las 12:21h, 04 eneroAño muy revuelto, pero entre mis mejores cosas de este año pongo en lugar muy relevante habernos conocido en el viaje a la India.
Y serán más y más recuerdos compartidos ❤️❤️
Marta Querol
Escrito a las 16:24h, 04 eneroEs bonito que la vida nos traiga estos regalos inesperados. Un beso enorme y nos vemos pronto. 😘